Hoy es un día en el cual tengo ganas de cerrar los ojos y pensar en ti. Te pienso y te veo como un piloto y yo, sentada, a tu lado tan pequeña. Eso me hace feliz, ser pequeña para vos. Sentir como tus manos llenas de amor van moldeando mi vida.
Esta vida que en ocasiones me pareció tan dura e injusta. Sin dudas he derramado lagrimas, algunas tan amargas en mis labios, otras llenas de dulzura como la miel.
Conduces con tanta tranquilidad que inundas mi ser de paz. Observo el paisaje y hoy lo veo tan diferente. Volar sobre el mundo y saber que no pertenezco a él, que te pertenezco a vos, es simplemente extraordinario.
Tú me estás enseñando a volar, no niego que hubo ocasiones, en las cuales quise tomar la conducción y dejarte a un lado. Aún en los momentos de turbulencias o cuando recorríamos lugares que no me agradaban que hacían gritar mi corazón de dolor. En esos instantes los fantasmas del miedo e inseguridad intentando engañarme, dando fuertes golpes al cristal invitándome a abandonarlo todo. Y vos, solo observándome con tanto amor. Ese amor lleno de libertad y delicadeza, dejando en mis manos la posibilidad de aterrizar en lo sombrío. Y abandonar el pilotaje seguro.
Gracias al cielo que soy tu pequeña
y que amo emprender viajes a tu lado.
Que tu amor es todo para mi.
Mi piloto de siempre. Tu compañía es todo para mi,
¡Oh! Mi buen Jesús