Evangelio según San Mateo 23,1-12

viernes, 25 de agosto de
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Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

 

“Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. 

 

Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.  Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente. 

 

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.  A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. 

 

Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, 
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. 

 

 

Palabra de Dios

 


 

P. Gustavo Gatto  Sacerdote de la Diócesis de Villa María

 

Jesús se enfrentó con la hipocresía de los fariseos y de los escribas. Hoy vemos, en el Evangelio, cómo Jesús acusa esta incoherencia de estos escribas que ataban pesadas cargas en los demás pero ellos no las cumplían ni siquiera en su propia vida. Estas palabras de Jesús son siempre un exámen de conciencia para quienes somos sus discípulos, para quienes muchas veces hablamos en su nombre.

 

También corremos el peligro de convertimos en fariseos que controlamos la vida de los demás y nosotros, quizás, vamos por otro lado. Esta doble moral, esta doble conducta, este doble discurso que le quita credibilidad a la Iglesia del Señor, que le quita credibilidad al Reino del Señor. 

 

Pidámosle al Señor la coherencia de corazón, la coherencia de los Santos, la coherencia por el Reino.

 

Oleada Joven