Dos veitiañeros salvaron en silencio decenas de vida en atentado de Barcelona

martes, 5 de septiembre de

El 17 de agosto la emblemática “Rambla” de Barcelona fue el escenario de un ataque terrorista del Estado Islámico en la página más triste de esa ciudad española. Fueron 16 las víctimas fatales y unos 100 heridos. 

 

En medio del teror y la locura también aparecen otros colores que traen luz y llenan de esperanza. Las víctimas fatales podrían haber sido muchas más de no haber sido por la intervención de dos amigos veitiañeros que trabajan en una óptica a pocos metros del lugar en donde una camioneta atropelló a centenares de peatones. 

 

Se trata de dos entrañables amigos que más allá de su actividad actual, ambos tienen conocimientos sólidos en primeros auxilios. Incluso uno de ellos trabajó casi cinco años en una ONG dedicada a las labores de salvamento. 

 

En el momento en que escucharon gritos, mientras muchos corrían ante el desconcierto para protegerse, ellos prefirieron arriesgar sus vidas, literalmente, para socorrer a otros. 

 

“Lo primero que se escuchó fue una especie de estruendo. De pronto, percibimos ese ruido terrible. Yo vi que mi amigo salía corriendo, y por instinto o lo que sea, lo seguí detrás“, comenta L. L. a Lainformación.com

 

Y sin saber cómo se encontraron ahí, en medio de los gritos y los llantos, haciendo torniquetes, maniobras de primeros auxilios, reanimando víctimas con desfibriladores, asistiendo a decenas de heridos, cargando personas en ambulancias. 

 

En una entrevista al día siguiente del atentado, los jóvenes (que no quisieron revelar sus nombres) coinciden que en todo el recorrido y durante las casi tres horas que estuvieron auxiliando gente jamás sintieron miedo. “Era una sensación de adrenalina pura. Alguien tenía que intentar ayudar. Estaba en juego la vida de muchos”, dice L. L. 

 

Dicen que los grandes gestos de amor no se improvisan y se van haciendo con los pequeños gestos de cada día. Quizás nunca nos toque tener que participar de algo así, pero todos los días podemos “salvar vidas” con palabras que ponen de pie, con miradas que abrazan, con gestos que devuelven la dignidad. 

 

 

 

Oleada Joven