Somos personas rotas que cargamos el peso de nuestras cicatrices internas, cicatrices que nos recuerdan las batallas que libramos y que nos llevaron a ser quienes somos el día de hoy.
Somos el fruto de nuestras luchas internas y externas, luchas para las cuales creemos que estamos preparados pero que en realidad son siempre un desafío nuevo.
Las cicatrices están, pero algún día dejan de doler, o mejor dicho de molestarnos, simplemente aprendemos a convivir con ellas y continuamos el viaje. Al mirarlas, nos recuerdan su origen, el porque de su existencia, la importancia de cargarla…
Somos seres rotos que a pesar de estarlo, podemos ayudar a brillar a los demás, y cuando logramos entenderlo, estas cicatrices son el recuerdo de que si brillaron alguna vez, podemos continuar haciendolo…
Matias Jimenez