Peregrino soy

miércoles, 20 de septiembre de
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¿Por qué caminamos? Caminamos por muchas razones, por muchos sentimientos y por muchas cosas que agradecer pero sobre todo caminamos porque la Fe nos mueve…

 

Una vez más ha pasado la Peregrinación Juvenil del Nea, rumbo a la Basilica de Nuestra Señora de Itati, en Corrientes y miles de personas de todas las edades han participado. Detras de cada uno una historia, una petición, una suplica y mucho agradecimiento que se hacen notar en cada paso de esos casi 80km.

 

Ojala todos puedan ser parte de una Peregrinación asi en algun momento de sus vidas, porque es una experiencia que deja mucha enseñanza…Son muchas horas las que toma llegar a la Basilica, pero no hay mejor sensación que la de poder entrar con una gran emoción a los pies de Maria a dar la gracias, realmente es impagable.

 

Hace unos años con un grupo de amigos nos animamos a intentarlo, y fue algo que nos cambio, es algo que te lleva a volver cada año,con mas ganas y mas fuerza. 

 

Antes de partir desde la rotonda del AgÜila en la ciudad de Correintes (punto de encuentro de todos los peregrinos) la sensación es maravillosa, pero al mismo tiempo de mucha incertidumbre, de si llegaremos, como llegaremos, a que hora… todo va cambiando en el momento en donde arrancas a caminar, rezando el rosario, cantando, o solamente contando cosas de la vida de cada uno.

 

Conforme pasan las horas y los kilometros, el cansancio se siente, los músculos se acalambran, las ampollas aparecen, el sol pega fuerte, a veces tambien llueve… pero nadie desiste. Es entonces donde me preguntaba por qué tanta gente, desde niños a abuelitos cada año vuelven, cargando imagenes enormes de la virgen a sus espaldas, pudiendo apenas caminar…Y es ahí en donde alguien me dijo que a pesar del dolor fisico que implica la peregrinación, caminar era como rezar con el cuerpo, el sacrificio de dejar todo para poder llegar hasta ahi era la forma de renovar la Fe, las ganas de vivir, la esperanza, la alegria, la forma de agradecer la protección de la Virgen.

 

Vamos dejando atras pueblitos, cada tanto paramos a tomar agua, a estirar, comer algo y seguimos. Aún nos faltaba mucho por recorrer pero el deseo de llegar era más fuerte. Cuando uno sentía que ya no podía más, el otro lo animaba a seguir, mermaba su paso para acompañarlo y le recordaba el porque estabamos ahí. Todo el tiempo que dura la caminata te mantiene emocionado, porque cuando haces un stop para ver a tu alrededor podes ver muchas escenas, todas de emoción  y ganas de llegar.

 

Lentamente fue atardeciendo, el sol dejaba paso a una hermosa luna llena que nos alumbraría en los últimos kilometros (conocido como el Atajo), caminas por un angosto camino de tierra en el medio de la nada, pero la noche era hermosa, un cielo completamente despejado, las estrellas brillaban mucho, y la emoción volvia porque bajo esa inmensidad de cielo pasaban por mi mente muchos momentos, muchas personas queridas, personas que ya han partido y que de alguna forma se podia sentir su presencia esa noche… Caminar en esa noche era algo mágico, que servía para reflexionar, entonces las charlas con mis amigos desaparecian, cada uno mirando el cielo, caminando como podiamos, pensando en todo. Fue un momento en donde pudimos econtrarnos con nosotros mismos, como un recreo de la rutina.

 

De pronto, desde muy lejos podiamos ver por primera vez la punta de la Basilica. Sabiamos que aún nos quedaban los kilometros más dificiles, pero al menos podiamos ver que faltaba muy poco para poder llegar.

 

En los últimos kilometros el corazón se acelera, sacás fuerzas de donde no hay, algunos caminaban arrastrando los pies, otros en medias, otros descalzos, la cuestion era poder llegar… En las ultimas cuadras que nos quedaban para entrar la plaza central recuerdo nuestro cansancio, el dolor de las piernas, de los brazos, caminando con bastones para poder hacer el paso, con unas sonrisas enormes porque no podiamos creer que una vez mas lo hicimos… A unos metros de la puerta principal escuchamos que un grupo de jóvenes cantaban con tanta energía que fue el empujón para esos metros finales.

 

Por fin estabamos en la Basilica, es el momento que más emoción nos provocó, porque ingresamos, y sin pensarlo estabamos todos de rodillas con lagrimas en los ojos, frente a nuestra querida Virgencita de Itati. Creo que hasta nuestros papás y la gente cercana podian sentir nuestra emocion de estar alli, por un momento los dolores se fueron, todo era alegría.

 

Nuestra caminata duro 16 horas, muchas ampollas, algunas quemaduras de sol, pero volvimos con un corazon renovado, cargado de alegria para poder contagiar en nuestro día a día y sobre todo volvimos con la seguridad de que el año siguiente volveriamos a llegar a sus piés.

 

Estefanía Barrios González