Evangelio según San Lucas 9,51-56

lunes, 2 de octubre de
image_pdfimage_print

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. 

 

Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”.  Pero él se dio vuelta y los reprendió.  Y se fueron a otro pueblo. 

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

 

 

Nos encontramos en torno a la palabra del Señor, hoy el Evangelio de San Lucas nos relata esta situación casi al final ya de Jesús histórico, que está por cumplir la misión del Padre, de anunciar el reino de los cielos, se encamina decididamente hacia Jerusalén. Allí Jesús va a dar muestras claras y precisas de su misión de salvación para cada uno de nosotros. Jesús carga sobre sí el peso de nuestros pecados por eso se decide ir allí, es el lugar que Dios ha pensado para manifestar su Gloria, su poder y su amor.

 
Jesús manda a algunos discípulos, los mensajeros para que le consigan alojamiento y entraron en Samaría y allí no los recibieron y entonces ahí aparece la reacción de los discípulos ante esta negativa del pueblo yellos preguntan al Señor “¿quieres que hagamos caer fuego sobre este lugar?” Jesús se da vuelta y los reprende porque en realidad la misión de Jesús va más allá de la negativa de algunos.

 

 
Jesús ofrece su vida por amor y ese amor quiere alcanzar a todos, es un amor que rompe barreras que entra en lugares más olvidados, alejados, en las periferias donde el pecado está reinando y Jesús quiere penetrar con su amor, pero necesariamente tiene que encaminarse hacia Jerusalén, es el camino que conduce a la plena salvación de toda la humanidad, tiene que ver con una misión encomendada del Padre hacia Jesús.

 

 
También nosotros tenemos que encaminarnos hacia nuestra Jerusalén, hacia el lugar de la cruz donde necesitamos entregarle al Señor todo lo que tenemos y somos, aquellas situaciones que nos atan y que no nos permiten ser libres, a veces reaccionamos con los discípulos cuando encontramos negativas en el camino.

 

 
Sin embargo la enseñanza del Señor va más allá que cualquier negativa, su amor supera cualquier obstáculo, adversidad… nos deja una enseñanza a cada uno de nosotros de como debemos seguir y confiar en la voluntad del Padre.

 

 

Oleada Joven