Muchas veces nos cuesta salir del lugar donde toda nuestra vida fuimos parte, donde dimos nuestros primeros pasos, ahi donde encontramos a Dios por primera vez, alejarnos de ese lugar donde nos hicimos de una nueva familia, nos cuesta separarnos de ese único lugar donde supimos convertirnos en lo que somos, ese mágico lugar que se conviertió en una segunda casa llena de hermanos, como cuesta dejar la casa donde descubriste no solo una vocación sino que sembró también una segunda vocación.
Da tanto miedo separarse de la casa que habíamos construido y que ahora ya no es suficiente, ese lugar que antes te completaba el alma y que ahora solamente llena un tercio del corazón. Esto no significa que tu casa cambio, tu casa sigue sindo la misma, el que cambio fuiste vos.
Y es en ese preciso momento donde nos empezamos a pregunta ¿Por qué cambie? ¿Para qué lo hice? ¿Es que acaso no estaba bien como estaba?
Pero no nos damos cuenta que el problema no es el cambio o que a nuestra casa ya no la sintamos como nuestra o que nos quede demaciado que dar, el problema esta en que nos duele demasiado solatar nuestro nido, el dolor esta en los recuerdos que tenemos ahí, esos recuerdos son lo que más nos van a pesar a la hora de irnos, esos hermosos momentos con personas increíbles que nos van a seguir por toda nuestra vida. El dolor es saber que ya es hora de partir pero es más fácil seguir retenidos un rato más.
Pero el momento llega y no hay nada que se pueda hacer más que saltar al abismo y esperar que alguien nos atrape allá abajo…
Llegó el momento de abrir las alas y emprender el viaje de nuestras vidas, pero la duda más grande que se nos presente es ¿Cuál es ese viaje? ¿Y si es todo un error? ¿Quién me va a ayudar? ¿Quién me va a consolar? Es en ese momento donde se ponen en práctica lo aprendido en nuestro nido, ese en este instante donde Jesús nos reconforta, justo es en este momento cuando volamos hacia un nuevo mundo.No es fácil dejar nuestra casa, pero se convierte en la decisión correcta cuendo vemos por fin los frutos que nos brinda nuestro nuevo hogra.
Cuando mieremos atras, recordaremos con gran cariño lo que vivimos en nuestro hogar. Cuando miremos y ya no duela tanto es cuando seremos capaces de decir que fue la mejor decisión.
Florencia Riveros