Mi Dios, acudo hoy a tu presencia reconociéndome pecador,
lleno de muchos errores y comportamientos inapropiados de un seguidor tuyo.
Tú me consuelas en mis momentos de debilidad haciéndome sentir valioso
y capaz de cambiar esas actitudes dañinas en mi interior.
Líbrame de mis afanes,
Líbrame de esa soberbia en la que pienso que yo solo tengo el control de mi vida
y me siento autosuficiente en mi camino de fe.
Ayuda a que mi corazón se vacíe de ese orgullo
que envanece mi alma y la esconde bajo el rostro inerte de la prepotencia.
Dame tu compasión.
Refúgiame con tus llagas, transforma mi alma y corazón.
Aparta de mí esos deseos de querer brillar y de perderme entre tantos cantos de sirena.
Tu amor y tu perdón vengan a mí. Ayúdame a ser claro
en mis acciones y a que en mis palabras siempre habiten la esperanza,
el ánimo y el consuelo.
Permite, Oh Dios de misericordia, que yo también sea una bendición para otros,
un testigo de tu alegría y un pregonero de tu amor.
Actúa en mi corazón, llénalo de todo lo bueno: fuerzas y ánimo, para así
abrir tus puertas y dejar caer tu bendición de poder sobre mí y los míos.
Amén.