Florencia nos presenta a dos grandes amigas, ¡dos vidas escondidas!
Doña Ninha es una gran amiga de Puntos Corazón. En estos últimos tiempos ha estado en cama, con muchos problemas de salud. La única queja que le escuchamos es por no poder ir a Misa.
Doña Ninha es muy dulce y acogedora, nos quiere como a sus hijos, tiene la sonrisa más tierna de Brasil, una fe envidiable, y ahora cuando la veo acurrucada en su cama con las dos manos abajo de la cabeza rezando el “Rosario de la Misericordia” me dan ganas de abrazarla para siempre.
Pero no es de Doña Ninha de quien quiero hablarles, sino de su hermana María. Ella tiene casi la misma edad que Ninha y también sufre mucho de las piernas. Sin embargo, como no necesita estar en cama se hace cargo de las tareas de la casa.
La verdad es que la personalidad de Doña María no es tan llamativa. Es bastante tímida, responde con frases cortas, no es muy expresiva…
Un día fuimos a visitar a Dona Ninha, junto a otras mujeres del barrio. Estábamos todas alrededor de Ninha conversando, cuando entró Doña María, a quien ni siquiera habíamos saludado, y nos dio un té con galletas a cada una.
Sólo en ese momento me acordé de ella, quedé admirada de la capacidad de Doña María de ponerse en segundo lugar, de ponerse al servicio. ¡Cuánto tengo que aprender de ella! Crecer en el mismo amor que Doña María, un amor que no mide, sino que es totalmente gratuito.
Doña María, como María Nuestra Madre, elige el anonimato, el silencio, a través de gestos pequeños, mostrándonos su amor desde ese lugar. Después de todo, ¿qué palabra podría ser más elocuente que esa taza de té con galletas?
Florencia