Evangelio segun San Juan 16, 23-28

viernes, 3 de junio de
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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:«Les aseguro que el Padre les concederá todo lo que pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán; así su alegría alcanzará la plenitud. Hasta ahora les he hablado usando comparaciones; pero llega la hora en que no recurriré más a comparaciones, sino que les hablaré del Padre claramente.

Cuando llegue ese día, ustedes mismos orarán al Padre en mi nombre; y no es necesario que les diga que yo voy a interceder ante el Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama. Y los ama, porque ustedes me han amado y han creído que yo salí de Dios. Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo para regresar al Padre».

Palabra de Dios


 

Mañana celebraremos la fiesta litúrgica de la Ascensión Señor a los cielos. Teniendo presente eso es como podremos comprender lo que nos quiere presentar hoy la liturgia para reflexionar en el Evangelio que hemos escuchado.

Jesús debe volver al Padre  y quiere preparar a los Suyos para vincularse con Él de una manera nueva. Porque ya no lo verán corporalmente y deberán encontrarlo en su nueva condición de resucitado y de glorificado junto al Padre.

Los discípulos no estaban acostumbrados a orar en el nombre de Jesús. Ahora, por el Espíritu Santo que hemos recibido podemos dirigirnos al Padre en nombre de Jesús porque el Señor Jesús se ha constituido en el verdadero mediador entre Dios y los hombres. Y porque estamos unidos a Jesús estamos seguros que el Padre escuchará nuestra oración como escucha la intercesión de Su Hijo por nosotros.

Cuando pienso en esto, siento la necesidad de pedirle al Señor que aumente mi Fe en éste misterio, que aumente nuestra Fe. Si tuviéramos esta condición grabada a fuego en nuestro corazón, el saber que estamos pidiendo, intercediendo junto con Jesús y que el mismo Jesús se suma a nuestra plegaria para pedir al Padre lo que necesitamos. ¡Cuánto más oraríamos y cuánto mejor oraríamos! ¡Qué tranquilidad y qué paz brindaría la oración si viviéramos sumergidos en ésta comunión tan profunda! Sentir el respaldo de que el Señor Jesús ora por nosotros, de que está continuamente intercediendo por nosotros y que presenta la Padre nuestra oración.

Queridos hermanos, queridos jóvenes yo los invito y me invito a mi mismo a crecer en éste espíritu de oración. Pidamos al Señor que nos movamos en la oración como un pez en el agua: serenos y confiados sabiendo a Quién nos dirigimos y Quién presenta nuestra oración ante el Padre.

Que eso nos dé la paz de dejar toda nuestra vida en las manos de Dios y que entonces con ésa paz nos podamos entregar de corazón a los demás, con todo el fuego del amor que el Señor quiere poner en el fondo de nuestros corazones para llevar también a nuestros hermanos a esta comunión con Dios que es el misterio de amor para el cuál fuimos creados y el fin más dichoso de nuestra vida que esperamos alcanzar con la gracia de Dios.

En éste día les deseo a todos ustedes lo mejor en nombre del Señor y que el Señor los bendiga y les conceda la paz en la comunión con Él en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

 

Monseñor Cesar Fernandez  Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Paraná, delegado episcopal para la Pastoral de Juventud

 

Oleada Joven