Evangelio según San Lucas 14, 1. 12-14

viernes, 3 de noviembre de
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Un sábado, Jesús entró a comer en casa de unos de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.

 

    Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»
 

 

Palabra del Señor

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

El evangelio de hoy continúa la enseñanza que Jesús estaba dando alrededor de diversos asuntos, todos ellos enlazados con la mesa y la comida: hoy, un consejo para invitar a los excluidos (Lc 14,12-14).

 

Hay diversos tipos de invitación: invitaciones interesadas en beneficio propio e invitaciones desinteresadas en beneficio de otros. La costumbre normal de la gente era ésta: para almorzar o cenar invitaban a amigos, hermanos y parientes. Pero nadie se sentaba alrededor de la mesa con personas desconocidas. Esta era una costumbre entre los judíos y sigue siendo una costumbre que usamos hasta hoy.

 

Jesús manda romper el círculo cerrado y pide que invitemos a los excluidos: a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos. ¿Por qué? Porque en la invitación desinteresada, dirigida a personas excluidas y marginadas, existe una fuente de felicidad: “y serás feliz, porque no tienen cómo retribuirte”. ¡Felicidad extraña, diferente! Una nueva Bienaventuranza, podríamos decir. Es la felicidad que nace del hecho de haber hecho un gesto de total gratuidad. Un gesto de amor que quiere el bien del otro y para el otro, sin esperar nada en cambio. Es la felicidad de aquel que haces las cosas gratuitamente, sin querer ninguna retribución, aunque nuestra recompensa es el Cielo. Y esta felicidad es semilla de la felicidad que Dios dará en la resurrección. Resurrección no sólo al final de la historia, sino ya desde ahora. Actuar así es ya una resurrección.

 

Para la reflexión personal

 

 – Invitación interesada e invitación desinteresada: ¿cuál de las dos sucede con más frecuencia en tu vida?

 

 – Si pensamos es una mesa desinteresada: ¿a quiénes te pide Dios que invites para compartir esta situación de tu vida de hoy?

 

 

Oleada Joven