Perdón, me colgué

martes, 14 de noviembre de
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“Perdón que no te contesté, me colgué”, “te iba a contestar  pero me surgió otra cosa y colgué” son unas de las frases que más usamos actualmente, pero… ¿Cómo puede repercutir esta actitud en nuestro ser cristianos?

Dios nos llama, constantemente, a toda hora, Él está ahí gritando nuestro nombre para que hagamos su voluntad, esa que nos hace felices pero muchas veces (muchísimas veces) “nos colgamos”, es decir escuchamos la llamada de Dios pero no contestamos, vemos el mensaje, lo captamos pero miramos a otro lado, “nos surge algo” o simplemente “colgamos”. Son actitudes casi imperceptibles que tenemos, “que pasan” pero que poco a poco nos van alejando de Dios, poco a poco hacen que otras cosas ganen nuestro corazón y  que en nuestro camino de discípulos nos vayamos perdiendo. 

Escuchar nuestra conciencia es la posta en este camino, estar atento a lo que Dios nos va presentando en cada momento, para cada persona. ¿Cuántas veces quisimos hacer una obra buena y nos paralizamos por miedo o por el “qué dirán”? En esos momentos “le  clavamos el visto a Dios”, es  decir, escuchamos su mensaje, lo miramos, lo entendemos, pero “nos colgamos”, no contestamos.

Y ahora nos surge una buena y una mala: la mala es que esto de “colgarnos” no solamente nos aleja de Dios sino que si es una actitud que se repite corremos el riesgo de “silenciar la conversación”, de no escuchar, de obligar a dormir a nuestra conciencia y eso no puede ser bueno para nuestro ser cristianos. ¡Y hay más!  Estas posturas se pueden maximizar, es decir, que pasamos de no escuchar a Dios en las cosas simples a no escuchar a Dios en cosas más importantes, en otras palabras, no solamente “le clavamos el visto” sino también que no le contestamos las llamadas y ni hablar de las videollamadas.

Pero te conté que hay una buena: QUE DIOS SIEMPRE LLAMA.  Él no se va a cansar nunca de llamarte, nunca se va a hartar de que le “claves el visto”, hasta incluso le va a hablar a amigos tuyos para que vos puedas responder a sus mensajes y a sus llamadas… ¿Porqué?  Porque envió a su hijo para salvarte, Cristo murió por vos, para redimirte, para que tengas “Whatsapp ilimitado” pero no para que hables con cualquiera sino para que le puedas contestar con amor y libertad sus mensajes, para que no “te cuelgues”, para esto Jesús entregó  su vida en la cruz: para que vos seas feliz, plenamente feliz.“Si somos infieles, él es fiel” (2 Tim  2, 13).

Santiago Cuggino