Entumecido…

sábado, 4 de junio de
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Señor:
Cuando me encierro en mí,
no existe nada:
ni tu cielo y tus montes,
tus vientos y tus mares;
ni tu sol,
ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás
ni existís Vos,
ni existo yo. 
A fuerza de pensarme, me destruyo.
Y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada
y no oigo nada.
Curame, Señor, curame por dentro,
como a los ciegos, mudos y leprosos,
que te presentaban.
Yo me presento. ¡Aquí estoy!
Curame el corazón, de donde sale,
lo que otros padecen
y donde llevo mudo y reprimido
el amor tuyo, que les debo. 
Despiértame, Señor, de este coma profundo,
que es amarme por encima de todo.
Que yo vuelva a ver,
a verte, a verlos,
a ver tus cosas
a ver tu vida,
a ver tus hijos….
Y que empiece a hablar,
como los niños -balbuceando-,
las dos palabras más redondas
de la vida:
¡PADRE NUESTRO! 
 
 
Ignacio Iglesias, sj