Estrella de la mañana

lunes, 20 de noviembre de
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Cuando era pequeña me encantaba ir al campo para poder ver en la noche “todas” las estrellas. Me encantaba jugar a contarlas y a hacerles preguntas a las que ellas con su titilar respondían sí o no. Una especie de código Morse estelar. Juegos de niños!
 
Hoy en día, la mayoría de las ciudades tienen una gran contaminacion lumínica y lamentablemente, ya no es tan fácil contemplar el cielo nocturno.
 
La ciudad en la que vivo si bien es pequeña, está cerca de un gran aeropuerto. Y cada vez que miro al cielo y creo ver una estrella, mi sonrisa se disipa porque casi siempre resulta ser un avión.
 
En las vacaciones del verano que pasó fuimos a la playa (también era una ciudad chica) y yo tenía la ilusión de poder ver al cielo y empanzarme de estrellas. Pero no. Tampoco se veían. No se por qué. Quizás siempre hay una GRAN ciudad cerca y eso basta para opacar el cielo…no lo sé.
 
Mi desilusión se disipó cuando de pronto pude ver una estrella muy luminosa y no era un avión. Estaba ahí, firme, inamovible, fiel: era el lucero de la mañana. ¡Cuánta fue mi alegría! El lucero del alba es la estrella que primero vemos en el ocaso y la última que se va al amanecer. Nos acompaña a lo largo de toda la noche.
 
Inmediatamente se vino a mi corazón por asociación, la presencia maternal de La Virgen María. “Estrella de la Mañana” es una de las maneras de nombrar a la Virgen en sus letanías. Y así es nuestra Madre, como esa estrella, siempre está junto a nosotros para cuidarnos, protegernos, ampararnos. Sobre todo y más que nada, cuando como niños temerosos y con ojos llenos de lágrimas la buscamos. Es la primera que llega y la última en irse…mejor dicho, nunca se va: Nunca abandona a sus hijos. Durante el día aunque no la veamos Ella permanece a nuestro lado. Y durante la noche cuando la oscuridad es más profunda y tenebrosa, Ella aparece y con su sola presencia, con su luz Maternal, aleja todo temor.
 
 
 
“Cuando cae la tarde y se pone el sol…
una estrella solitaria brilla para mí…
Cuando veo su luz, me siento ya mayor.”
 
(Fragmento de una canción del audiolibro de “Heidi”)

 

Gabriela Arce