La Medalla Milagrosa fue creada en respuesta a una petición de la Santísima Virgen María, así que no es de extrañar entonces, que ésta otorgue innumerables gracias y dones extraordinarios a todos aquellos que la usan con gran devoción y oran continuamente pidiendo la intercesión y ayuda de María.
MODO DE REZAR LA NOVENA
– Señal de la Cruz
– Pedimos perdón por nuestros pecados
– Oración inicial
– Reflexión para el día correspondiente
Oración final
ACTO DE CONTRICIÓN (pedimos perdón)
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno y tan grande como vos. Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.
ORACIÓN INICIAL
Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de que no me veré desatendido.
Amén.
ORACIÓN FINAL
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María1, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Tí también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las virgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no deseches mis súplicas, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.
Rezar 3 Avemarias
“María, concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a Ti.”
REFLEXIÓN DÍA 1
En una medianoche iluminada con luz celeste como la Nochebuena, la del 18 de julio de 1830, se apareció por primera vez la Santísima Virgen a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, y le habló a la santa de las desgracias y calamidades del mundo con tanta pena y compasión que se le anudaba la voz en la garganta y le saltaban las lágrimas de los ojos.
¡Cómo nos ama Nuestra Madre del Cielo!, ¡Cómo siente las penas de cada uno de sus hijos! Que tu recuerdo y tu medalla, Virgen Milagrosa, sean alivio y consuelo de todos los que sufren y lloran en desamparo.
REFLEXIÓN DÍA 2
En su primera aparición, la Virgen Milagrosa enseñó a Santa Catalina la manera como habia de portarse en las penas y tribulaciones que se avecinaban. Al respecto le dijo: “Ven al pie de este altar, aquí se distribuirán las gracias sobre cuantas personas las pidan con confianza y fervor, sobre grandes y pequeños.”
Que la virgen de la santa medalla y Jesús del sagrario sean siempre luz, fortaleza y guía de nuestra vida.
REFLEXIÓN DÍA 3
En sus confidencias, la Santísima Virgen Milagrosa dijo a Santa Catalina:
“Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande. Llegará un momento en que todo se creerá perdido. Entonces yo estaré con ustedes: tengan confianza…”
Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyadas en las seguridades que de su presencia y de la protección que nos da la Virgen Milagrosa. Y en las horas malas y en los trances difíciles no cesemos de invocarla: “AUXÍLIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS”
REFLEXIÓN DÍA 4
En la tarde del 27 de noviembre de 1830 la Santísima Virgen bajó del Cielo para manifestarse a Santa Catalina Labouré de una forma inolvidable.
De pie entre resplandores de gloria, tiene en sus manos una pequeña esfera y aparece en actitud de éxtasis, como de profunda oración. Después sin dejar de apretar la esfera contra su pecho, mira a Santa Catalina para decirle:
“Esta esfera representa el mundo entero…, y a cada perdona en particular”
Como el hijo pequeño en brazos de su madre, así estamos nosotros en el regazo de María, muy junto a su Corazón Inmaculado. ¿Podría encontrarse un sitio mas seguro?
REFLEXIÓN DÍA 5
Santa Catalina confesó que “de las manos de María Milagrosa, como de una fuente luminosa, brotaban en cascada los rayos de luz. Y la Virgen explicó: es el símbolo de las gracias que Yo derramo sobre cuantas personas me las piden. Haciéndome comprender lo mucho que le agradan las súplicas que le hacen, y la liberalidad con que las atiende.”
La Virgen Milagrosa es la Madre de la divina gracia que quiere confirmar y afianzar nuestra fe en su omnipotente y universal mediación. ¿Por qué entonces no acudir a Ella en todas nuestras necesidades?
REFLEXIÓN DÍA 6
Como algo enmarcado que rodeaba la Santísima Virgen, estaba la inscripción: ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a Ti! Y enseguída oyó una voz que recomendaba llevar la medalla y repetir a menudo aquella oración y prometía gracias especiales a los que así lo hiciesen.
¿Dejaremos nosotros de hacerlo? Sería imperdonable dejar de utilizar un medio tan fácil de asegurarnos en todo momento el favor de la Santísima Virgen.
REFLEXIÓN DÍA 7
Nuestra Señora ordenó a Santa Catalina que fuera acuñada una medalla según el modelo que Ella misma le había diseñado. Después le dijo: “Cuantas personas la lleven, recibirán grandes gracias que serán más abundantes de llevarla al cuello y con confianza”
Esta es la Gran Promesa de de la Medalla Milagrosa. Agradezcámosle tanta bondad, y escudemos siempre nuestro pecho con la Medalla que es prenda segura de la protección de María.
REFLEXIÓN DÍA 8
Fueron tantos y tan grandes los milagros obrados por doquier por la nueva medalla (conversiones de pecadores obstinados, curación de enfermos desahuciados, hachos maravillosos de todas clases) que la voz popular empezó a denominar con el sobrenombre de la medalla de los milagros, la medalla milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado rápidamente por todo el mundo.
Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde este día apóstoles de su milagrosa medalla.
REFLEXIÓN DÍA 9
Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor maternal y misericordioso.
Amemos a quien tanto nos amó y nos ama. “Si amo a María – decía San Juan Bérchmans- tengo asegurada mi eterna salvación”
Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré, pidámosle cada día a Nuestra Señora, la gracia de su amor y de su devoción.