Te alabro Padre, Señor del cielo y de la tierra.
Te alabo Padre por lo que mis ojos ven,
por las maravillas que has obrado en mí y en los que me rodean.
Gracias por la vida, que siempre se abre paso,
por tus promesas que se cumplen,
por tu presencia que siempre acompaña.
Gracias por estar,
por alentarnos y animarnos en el camino,
porque las veces que me invitaste a más
tu gracia se manifestó.
Gracias por revelarte a los que somos pequeños,
a los que esperamos todo de vos.
Gracias por tanto amor,
inmerecido y tan necesario.