Evangelio según San Mateo 11,11-15

miércoles, 13 de diciembre de
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Jesús dijo a la multitud: 

 

“Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él. Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo. 

 

Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan. Y si ustedes quieren creerme, él es aquel Elías que debe volver. ¡El que tenga oídos, que oiga!”. 

 

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Pablo Osow sacerdote de la Arquidiócesis de La Plata

 

 

Hermanos, el que tenga oídos que oiga. Vamos a pedirle al Espíritu Santo que nos afine el oído para escuchar su palabra el día de hoy y especialmente durante todo este tiempo de Adviento. El texto refleja una realidad espiritual, es que, la comprensión y pertenencia del Reino de los Cielos depende de la pequeñez, una pequeñez humilde que vemos claramente en Juan el Bautista.

 

 

En estos días las lecturas nos presentan los tres personajes claves del Adviento: el profeta Isaías, María la Virgen y Juan el Bautista. Juan viene a anunciar y preparar el camino del Señor, definiéndose a sí mismo en función de Él, dice que no es digno de desatar la correa de sus sandalias y que es necesario que Jesús crezca y él disminuya. Es un itinerario espiritual de humildad, pequeñez y sencillez el que nos propone Juan. Pensemos en los grandes personajes de la Biblia: Noé, Moisés, Abraham, David. Pero ninguno tan grande como Juan el Bautista, quiere decir que la grandeza tiene que ver con la pequeñez y la humildad, con brillar con la luz del aquél que es la Luz del mundo y no con la propia.

 

 

Nos quieren arrebatar el Reino de los Cielos a veces violentamente, sobretodo en estos tiempos de consumismo, de tanta organización y cosas que hay que cerrar o solucionar antes de fin de año y que nos quitan la paz, a veces corremos el riesgo de que nos arrebaten a Dios. Los amores tiene que organizarse y convivir, pero como dice Lewis en su libro “Los cuatro amores”, uno se arrodilla ante uno solo de los amores.

 

 

Ojalá que solo nos arrodillemos ante este amor que se hace niño, ante este Jesús que está ahí silencioso en el Pesebre, pequeño, humilde, como Juan que nos marca el camino del encuentro con el Señor. Encuentro íntimo, silencioso, que requiere cierto retirarse de las cosas, de tanta “organización”, las cosas del trabajo o del estudio. Aunque sea un rato por día y un rato por semana, y encontrarnos cara a cara con Dios que se hace pequeño para que nosotros haciéndonos pequeños lleguemos a él.

 

 

Que Dios los Bendiga en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo. Amén

 

 

 

Oleada Joven