Evangelio según san Lucas 2, 15-20

viernes, 22 de diciembre de
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Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado.»

 

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

 

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

 

 

Palabra del Señor

 

 


P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

Nuestro texto nos presenta algunas reacciones de frente al misterio del nacimiento de Jesús.

 

Ante todo están los pastores. Ellos se caracterizan por varias palabras de espera/búsqueda y descubrimiento: “vigilaban de noche haciendo la guardia” (v. 8): “vayamos a ver…” se dicen (v.15); “fueron rápidamente y encontraron.” (v. 16). Los pastores estaban abiertos a la revelación del misterio. Lo han acogido con simplicidad creyéndolo (vv. 15 y 20) y se convirtieron en testigos de lo que a ellos se les reveló (v. 17). Después están también “aquellos que oyeron” lo que los pastores contaron de Jesús (v. 16). Ellos se maravillan, incapaces de acoger el verdadero significado de lo sucedido entre ellos.

 

Finalmente está la reacción de María. El evangelista quiere hacer contrastar la reacción de María con la de “aquellos que lo oyeron”. En efecto, la introduce con la frase: “Por su parte” (v. 19). Como ellos, María no ha oído el anuncio del ángel y no ha visto el coro de los ángeles, pero sí ha oído el testimonio de los pastores. Y sin embargo ella lo acoge. Es verdad que ella había tenido un anuncio angélico dirigido propiamente a ella al principio de todos estos sucesos (1,26-38). El ángel Gabriel le había hablado del hijo que debía nacer de ella como del Hijo del Altísimo que debería reinar por siempre (ver 1, 32 y 35). Pero los últimos hechos, su nacimiento en aquellas circunstancias, podía poner en duda su palabra. Ahora vienen estos pastores y de nuevo dicen cosas grandes de su Hijo. María guarda todo esto en su corazón, las palabras del ángel, las palabras de los pastores, los hechos acaecidos y procura agruparlos para comprender quién es este hijo que Dios le ha dado, cuál es su misión y que parte tiene Él en todo esto. María es una mujer contemplativa que tiene abierto los ojos y los oídos para no perderse nada. Después, conserva y medita todo en el silencio de su corazón. Virgen de la escucha, María es capaz de acoger la palabra que Dios le envía en la cotidianidad de su vida.

 

Sólo quien tiene el ansia de búsqueda de los pastores y el corazón contemplativo de María será capaz de descifrar los signos de la presencia y de las intervenciones de Dios en la vida y de acoger a Jesús en la casa de la propia existencia.

 

 

Para reflexionar

 

Jesús ha nacido para traer gozo y paz. ¿Cuándo son parte de mi vida estos dones?

 

¿Somos portadores de gozo y paz para los demás?

 

 

 

 

Oleada Joven