Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías: En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen.
Palabra de Dios
P. Pablo Osow sacerdote de la Arquidiócesis de La Plata
Hoy es la fiesta de los santo inocentes, desde estos mártires pequeños, de niños que mueren a manos de la crueldad de Herodes dando cumplimiento a las profesias como leímos en el Evangelio.
No es día para hacer chistes como a veces lo marca la tradición de nuestra cultura. Es día para reflexionar acerca de lo que implica la llegada de Cristo. Estas consecuencias a veces misteriosas, todos estos niños menores de 2 años sacrificados como corderos inocentes y esa sangre derramada en función de esta presencia que viene al mundo. Este preservar la vida de Cristo, el Rey que viene a proclamar un reino nuevo de justicia, paz y fraternidad.
¿Qué sentido tiene que estos niños hayan fallecido? Hoy nos preguntamos acerca de las injusticias más absurdas y la respuesta es el mismo Cristo como en aquella oportunidad. Cuando contemplamos una injusticia, como la que sufren hoy también muchísimos niños arededor del mundo. Toda injusticia se nos revela como un desafío, como un pedido para que no haya más “Herodes” ni niños asesinados ni abortados, ni desnutridos, ni sin escolarización, con derechos vulnerados, abusados, sin hogar, sin horizontes, sin caminos y que sólo les queda matar o morir. Qué no existan más niños así es nuestros desafío como cristianos, es la señal de estos mártires inocentes que nos impulsa a los que en pleno siglo XXI seguimos contemplamos los martirios de niños.
Luchemos para que hayan menos injusticias, luchemos para que la venida de Cristo tenga sentido. Les mando un abrazo grande y los bendigo de corazón en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.