¡La felicidad es posible!

lunes, 8 de enero de

La felicidad no está en los sueños: Está en la realidad. Este “criterio de realidad” para asumir la “felicidad posible” viene del misterio de la Encarnación. Dios se hizo humano para redimir al mundo. Sumergiéndose en la realidad es como la redimió, desde abajo y desde adentro. No fue saliendo y evadiéndose sino internándose, entrando, aceptando y asumiendo es como revirtió, desde las entrañas de la realidad, una mejor posibilidad. No fue haciéndose algo distinto de nosotros sino uno de nosotros que nos enseña el camino de una felicidad real, histórica, concreta, singular: Una “felicidad posible”

 

La felicidad de las Bienaventuranzas no es la de la sonrisa fácil y los burbujeantes chispazos de la vida. Es una “felicidad pascual”: Cruz y Resurrección. Asume los sufrimientos para revertirlos. Acepta la realidad para crear otras condiciones, nuevas posibilidades y, en esas posibilidades, encontrar el “secreto” de la felicidad.

 

La felicidad cristiana de las Bienaventuranzas y de la Pascua es fruto de una “esperanza dramática”, no de una esperanza ingenua. La esperanza verdadera, como la felicidad verdadera, siempre se sumergen en el barro del mundo, buscando las vertientes subterráneas donde el agua mana limpia y pura.

 

El Dios Encarnado de los cristianos es un Dios para la felicidad. Fue un Dios crucificado y muerto que ahora está vivo, glorioso y resucitado. Está feliz, pleno, radiante y transfigurado. Es el Dios del amor y la esperanza. El Dios humano que construye -desde las heridas del mundo- una “felicidad posible”…

 

 

 

Fragmento de Espiritualidad para el siglo XXI

Padre Eduardo Casas

 

Oleada Joven