Meditemos juntos estas palabras de San Pablo, en ellas recibimos una invitación a la humildad. Nos recuerda que no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu intercede por nosotros ¡dulce certeza!.
Nos invita además a la confianza y a perseverar en la oración.
“Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina”. Romanos 8, 26-27
Somos pequeños, débiles y frágiles ante Dios, pero la palabra nos dice que Él conoce el deseo del Espíritu, conoce nuestro corazón y espera que recurramos a Él con confianza, porque es nuestro Padre amoroso, que nos ama y desea nuestra felicidad.
A Él le gusta charlar con nosotros en la oración. Perseveremos y permanezcamos allí, orantes, por más que a veces no tengamos palabras o no sintamos nada. Él está siempre y nos abraza con su amor.
Como dice Santa Teresita “No nos cansemos de orar. La confianza hace milagros”.