Me llamas a convertirmeen agua para el sediento,en risa para quien llora,en tiempo del que está solo.
Me pides que me transformeen brisa para el cansado,en techo para quien vaga,en cura para el enfermo.
Me dices: «Sé luz para el ciego,y palabra para el mudo,sé las piernas del heridoque no puede sostenerse».
Me llamas a convertirme, Señor,Y aquí estoy: Débil, con toda mi pobreza, sin saber bien cómo responder,por dónde empezar o qué pasos dar.
Pero aquí estoy, Señor.Y tú me llamas a convertirme.
José María R. Olaizola