Que locura es esto, que locura que entre tanta gente me mires a mí, me mires así. Que loco es sentirme tan amada, tan acompañada, sentir tu abrazo.
No puedo dejar de buscarte, quiero saber más de vos y mientras más acerco, más cerca quiero estar, más quiero buscar. Porque ¡Ay Jesús! Vos sí que sos infinito, lejos de entender tu misericordia y tu amor, te busco. Que delirio, me desborda el alma.
Dame tus ojos, tu voz, tus manos; hacé que una mínima parte de mi corazón se parezca al tuyo; con eso bastaría para hacer tanto bien. Es que mi corazón tiene sed, sed de amar, es tanto el amor que me das que necesito compartirlo, porque si compartís el corazón se agranda; pero ¡ojo! hay que tener bien claro que es algo adictivo y nunca deja de agrandarse, nunca se cansa de querer amar, más y más. Y no hablo de amar riendo, hablo de amar llorando, amar con compasión, amar sin tener uso de la razón, amar escuchando, amar abrazando, amar rezando, amar ayudando, amar aceptando, amar misericordeando; amar AMANDO; con todo lo que eso significa.