Acabo de llegar de viaje.
Después de transitar varios kilómetros, me dispongo a enviar un whatsapp y me doy cuenta que el teléfono se encontraba con el último suspiro. La batería indicaba una carga total de 3%.
En esos momentos me encontraba sin cargador y sin la posibilidad de cargar el celular.
Todos los intentos de enviar mensajes y realizar llamadas fueron en vano. ¡Imposible! Imposible entablar cualquier comunicación con el teléfono ese estado, casi muerto.
Inmediatamente, esta situación vivida con el celular me hizo relacionarla y compararla con la propia vida: «cualquier parecido… pura coincidencia».
¿Será que estos aparatos electrónicos, con el tiempo, llegan a parecerse a sus dueños? No sé. Esta pregunta pareciera risueña y un tanto inverosímil. Pero sí sé que esta situación es muy elocuente y nos puede llevar a pensar en el cansancio, el agotamiento y en las actividades que desarrollamos a diario. ¿Cómo llegamos al final de la jornada, de la semana, del mes?.
La batería no se agota por estar inactiva, todo lo contrario. La música, los mensajes, las llamadas, el GPS, y el uso de muchas otras funciones provocan debilitamiento y desgaste en la batería.
¿Y nosotros? ¿Cómo afrontamos el debilitamiento, fruto de las actividades en la vorágine de la vida?
Hacemos, respondemos, vamos y venimos.
¡Cuánto nos cuesta parar!
Cuesta mucho parar; cuesta planificar y hacernos un tiempo para simplemente «estar», estar con nosotros mismos, con los que queremos y, fundamentalmente, con Dios, el Señor. Tiempo con el Señor, como diría santa Teresa, «con el que sabemos que nos ama».
Escuchamos mucho decir: ¡bajá un cambio! ¡bajá una revolución! Pero cuesta mucho llevar esto a la práctica.
Por eso, saber detectar a tiempo la poca carga en la batería nos permite rápidamente ponernos mano a la obra, buscar un cargador, un enchufe y cargarla.
La misma astucia y rapidez que tenemos con el celular, la podemos tener también con nosotros.
¿Por qué esperar que se muera la batería?
¿Por qué dilatamos procesos, postergamos decisiones y no buscamos hacer nada al respecto?
Cualquier parecido… Es muy importante ponernos ¡manos a la obra! Estamos llamados a vivir a pleno, con todas «nuestras funciones», dando y convidando lo mejor de nosotros a los demás.
¿Qué creo podría empezar a realizar a partir de hoy?.
P. Juan Pablo Roldán, CSsr