Late en el invierno de la humanidad dormidala vida perezosa que no quiere despertar.Quién será el profeta que aventure nuevos sueñosen el tiempo del silencio, de la calma, del ¡da igual!
Hay que ser valientes como la primera yema,y brotando en medio de la nada, del destierro,resistir las dentelladas de los hielos y del frío,hasta reintegrar a la tierra la fe en su germinar.
Ocultos en la sola misericordia del recuerdoduermen formas inacabadas y deseos inconclusos.Espacio sagrado de lo que está por nacer.¡Despertadlos! Es la hora del buen Dios.
No nos quiere pulcros ni de ritos ni de hábitos.Ni habitantes sonrientes de una vida sin relieve.Nos quiere de puertas abiertas, para reiniciarnos a Ély, aun con el corazón roto, acariciar al que llegue.
Seve Lázaro, sj