La vida de vez en cuando nos sacude, te sacude, y es en esos momentos donde se nos mueve el piso y nos preguntamos: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué sentido tiene lo que hago? ¿Estoy en el camino correcto?.
Los seres humanos, tarde o temprano, nos topamos con estas preguntas si es que nos dejemos interpelar por la necesidad, el deseo y los anhelos más profundos.
Somos habitados por muchas aspiraciones.
Por eso, el sentimiento que nos caracteriza es la insatisfacción.
Este sentimiento nos asusta y nos produce miedo, nos genera ganas de tirarlo todo por «la borda».
No tenemos que temer la insatisfacción, ya que es consustancial a nosotros y es la que nos inspirará una mejor actitud ante la vida.
Está dentro y no fuera. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo encarar este sentimiento?
En primer lugar, bajar el nivel de ansiedad, recobrar la calma y saborear un sereno estar; conectarnos con el amor divino que nos habita.
En segundo lugar, re-preguntarnos: ¿Cómo estoy haciendo lo que estoy haciendo? ¿Le estoy poniendo ganas, entusiasmo e interés?.
Y en tercer lugar, animarnos a disfrutar lo que estamos viviendo, ya sea poco o mucho. No desesperarnos por los resultados, más bien valorar los intentos.
Entonces, la pregunta del dibujo no es descabellada: ¿vivir te parece poco? ¡No! Vivir es el regalo más grande que el Padre nos hace, es la aventura genial de quien se decide y dirige en pos de sus propósitos.
A vos ¿qué te parece?
P. Juan Pablo Roldán, CSsR.