El tiempo se fue volando y con muchos ya nos volvimos a encontrar. Por eso aquí estoy una vez más, por última vez mejor dicho, intentando compartirles con la ayuda del Espíritu Santo al menos una pequeña cuotita de todas las gracias que el Señor me siguió regalando inclusive hasta en los últimos días de la misión.
Así como hace un año nos reunimos para celebrar la “Misa de envío”, al terminar la misión, celebramos una “Misa de acción de gracias” en la capilla de nuestro barrio.
Una de las personas que me acompañó a darle gracias al Señor por todo lo compartido durante este tiempo fue Margarita. Sus palabras fueron simples: “Fuiste la única que me escuchó. Mi amiga” La traducción en mi corazón fue: “gracias por estar atenta a la suave voz del Santo Espíritu”. Claramente no soy la única, la primera, ni la última. Tampoco hice nada extraordinario por ella. Y sin embargo entendió todo, tres encuentros de dos minutos cada uno, eran motivo suficiente para dar gracias a Dios. ¡Qué gran honor para mí compartir esta última Eucaristía en mi querido Porvenir Bajo a su lado!
Sol Misionera argentina en Valparaíso-Chile