Esta mañana, doña María, la señora que atiende una pequeña panaderia de mi barrio se ubicó en la esquina de mi casa con un puestito de cosas dulces asique me acerque a comprar un par de cosas, cuando le pregunté que tenía para venderme me dijo:
“Para venderle esta vez nada, pero sí le puedo ofrecer un cafecito, ¿quiere un café?”.
Mi cara de sorpresa en ese momento debe haber sido muy clara porque agregó:
“Esta vez no estoy vendiendo, estoy dándoles el desayuno a los taxis que paran aquí, y a los que quieran tomar alguito, quise hacerlo por el día del trabajador, mire, hoy me levanté y solo tuve ganas de hacerlo, total yo sé que Dios me va a dar más”.
Lo único que me salió en ese momento es atreverme a abrazarla y darle un beso a su pequeño nieto que le colaboraba con la causa, y agradecerle por el gesto tan desinteresado y generoso que estaba haciendo, porque no se crean que tiene un gran negocio, apenas es un cuartito humilde donde vende sus productos caseros.
Mas tarde, por la hora de la merienda me llegué por su negocio como suelo hacerlo y le pregunté que tal había terminado su regalo de desayunos y me dijo:
“Bien muy bien, estoy muy contenta, los señores estaban felices con los bizcochitos que les hice y bueno cuando se acercaban yo les dije lo que le dije a usted ¿vio?, que Dios me iba a dar más, que no se aflijan y que lo reciban sin pena. Uno de ellos después me preguntó donde podía comprar una biblia asique le regalé la mía, y que quiere que le diga, me puse muy feliz porque en el momento se subió a su auto y comenzó a leerla, ¿uno nunca sabe vió?, a veces sin pensarlo estamos acercando un poquito de Dios a los demás.”
Desde luego que volví a abrazarla porque compartía con todo gusto su alegría, porque me muero de ternura con la existencia de personas así, que aportan al mundo y a esta sociedad la gota de amor diaria sin esperar nada a cambio, esas personas que aplican la “ciencia del amor” desde los pequeños gestos, y aunque esta mujer entendió muy bien lo que es hacer un gesto de bien sin andar divulgándolo, yo no me podía callar esta situación tan amena porque prometí anunciar al amor, y estoy muy segura que ella lo tiene bien latente en su corazón.
¡Gracias Señor porque nos usas para amar a otros a traves nuestro! Gracias por estas personas como esta gentil mujer, que comprendió a pesar de que ella también es trabajadora, que no hay feriados para amar, que no hay descanso para trabajar el amor, que entendió que quien anda en amor, ¡no cansa, ni se cansa, ni descansa!.
De nuestra redacción:
Verónica Noelia Viltri.