Evangelio segun San Mateo 6, 7-15

miércoles, 16 de junio de

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando reces no usen muchas palabras, como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No sean como ellos, pues su Padre sabe lo que les hace falta antes que se lo pidan.


Ustedes recen así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy el pan nuestro; perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido; no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.


Porque si perdonan a los demás sus culpas, también su Padre del cielo los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre perdonará sus culpas.


Palabra de Dios



 

Cardenal Estanislao Karlic Arzobispo Emérito de Paraná


Queridos jóvenes, todos los seres humanos estamos llamados a la oración, porque hemos sido creados para ser hijos de Dios, como lo es Jesús, y tener junto a Él y sostenidos por el Espíritu Santo una profunda intimidad con Dios Padre. Nuestro destino no es una creatura, sino Dios mismo. La oración manifiesta nuestra identidad de hijos de Dios, y descubre mejor su esplendor y su gozo. Los cristianos nos definimos, por lo tanto, como los orantes, así nos reconocían en los primeros siglos del cristianismo.


Cuando Jesús nos enseñó en el sermón de la montaña las Bienaventuranzas, para mostrarnos el camino de la invitación de Cristo, nos reveló también el Padrenuestro, y así, la verdad de nuestra humanidad redimida, la de ser hijos de Dios.


Sólo Jesús que conoce a su Padre, porque vive en intimidad absoluta con Él, es quien puede revelarnos la oración que nosotros no sabríamos hacer por nosotros mismos. Es tan grande el misterio del hombre, que sólo en el misterio el hijo del hombre se descubre su dignidad.


La oración del Padrenuestro, que es una síntesis del Evangelio, después de una invocación tiene siete peticiones, tres referidas a Dios y cuatro a nosotros y nuestras necesidades. Al recitar esta oración nos expresamos como hijos de Dios, haciendo nuestros los sentimientos de Cristo como Hijo del Padre, completando en nosotros lo que falta al misterio de Cristo, porque somos su cuerpo místico, nos identificamos con el Señor Jesús pidiendo la gloria del Padre, la venida de su Reino y la obediencia a su voluntad e implorando los dones de Dios Padre desde el pan cotidiano, hasta la liberación de todo mal.


Lo rezamos como hijos de Dios Padre a quien queremos amar como Cristo, con la obediencia de la cruz, y lo hacemos en comunión con nuestros hermanos, en familia, en la fraternidad fundada por el amor primero del Salvador. El Padrenuestro expresa y enriquece en nosotros el misterio de la redención, por el ejercicio del amor que nos infunde el Espíritu Santo. La dignidad de hijos de Dios y de hermanos de Cristo y entre nosotros, es don y tarea; don del amor divino que desciende desde el Padre por Cristo y el Espíritu, y es tarea que asciende al Padre por Cristo y el Espíritu.


Destinados al amor nos levantamos con el mundo cada vez que rezamos el Padrenuestro; triunfamos hoy, si hoy rezamos. Cada día tenemos este mandato, cada día tiene este proyecto, esta dignidad, amar en la verdad de Dios y del hombre, cada día se inicia con el don de Dios de este proyecto y con la esperanza de su cumplimiento.


Recemos el Padrenuestro con la gracia de Cristo Resucitado que hoy quiere triunfar en nosotros.

 

Oleada Joven