Chiquitunga, ejemplo de santa juventud

viernes, 15 de junio de

¿Quien fue Chiquitunga?

 

 María Felicia Guggiari, conocida familiarmente como “Chiquitunga”, nació en Villarrica en 1925. Se volcó de lleno a la Acción Católica desde su adolescencia. Se entregaba a Dios acompañando niños en la catequesis, jóvenes trabajadores y universitarios, pobres, enfermos y ancianos.

 

“En todos los trabajos que estoy realizando trato de poner el sello de nuestro espíritu cristiano, porque quiero que todo se sature de Cristo y donde quiera que sea pueda dejar un rayito de luz”, escribió durante sus años de intensa vida apostólica. Su sed de entrega era indescriptible, aún para alguien, como ella, con un dominio de la palabra digno de las mejores poetisas: “No sabría explicarle la ansiedad, el deseo intenso de trabajar exclusivamente, entregada en cuerpo y alma por causa de Cristo, al apostolado; sed, verdaderamente sed, tengo de una inmolación más efectiva”. “Ser apóstoles, Señor, que hermoso sueño”, escribió.

 

Hasta que a los 30 años sintió el llamado a la vida contemplativa e ingresó como carmelita descalza en Asunción tomando el nombre de “María Felicia de Jesús Sacramentado”. Las Hermanas Carmelitas la recuerdan como alguien que se caracterizó por “su gran espíritu de sacrificio, caridad y generosidad, todo envuelto en gran mansedumbre y comunicativa alegría”, según consta en la página web de Chiquitunga. Su entrega y su amor por Cristo era pleno, y se refleja en varias de sus poesías

 

Ábreme, Jesús, la puerta;
golpeando estoy ha rato.
¿No me escuchas que no sales?,
¿o dormido estás acaso?
Ábreme, Jesús, que es tarde
y he salido así corriendo
de entre medio del barullo;
he querido estar con Vos.
Ábreme, abre, te ruego,
la puertita del Sagrario,
aun si duermes y descansas,
para yo velar tu sueño.

 

Al poco tiempo de haberse entregado en la vida contemplativa, enfermó de una hepatitis infecciosa. Tenía 34 años, y poco antes de morir, clamó: “Papito querido, ¡qué feliz soy!; ¡Qué grande es la Religión Católica!; ¡Qué dicha el encuentro con mi Jesús!; ¡Soy muy feliz!; ¡Qué dulce encuentro! ¡Virgen María!”.

 

 

Fuente: Aleteia.

 

Noelia Viltri