Con gran devoción y nueva profundidad de sentimientos,
también yo esperaba y pedí esto a Dios
que se me concediera finalmente
ser el siervo y ministro de Cristo el consolador,
el ministro de Cristo el ayudador,
el ministro de Cristo el redentor,
el sanador, el libertador, el enriquecedor
Así sucedería que yo también podría, por su medio,
ayudar a muchos,
a consolarlos,
librarlos,
darles fortaleza,
iluminarles no sólo en su espíritu
sino también en sus cuerpos
y traerles también otras ayudas
para el cuerpo y para el alma de todos y cada uno de mis vecinos.
Amén.
San Pedro Fabro