Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron: “Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado”. Pero él les respondió: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?.
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Palabra de Dios
P. Charly Olivero sacerdote de la Parroquia Ntra Sra de Caacupé de la Villa 21, Barracas, Buenos Aires
El evangelio de hoy, en esta controversia entre Jesús y los fariseos, tiene por detrás el tema de La Ley y el espíritu.
Los fariseos conciben La Ley, como escritas en tablas de piedra, como una norma taxativa, inamovible, que no puede cambiar y el hombre tiene que ajustarse a ella.
Aquel que se sujeta a ella –> es bueno. Y el que no → es injusto.
Entonces, a mi me parece que Jesús está invitando a hacer en este texto es a “mirar” el espíritu que subyace a esa Ley. ¿Por qué la prescripción sobre el Sábado? -Porque, de alguna manera, la Ley señalaba o trataba de instituir, luego de un tiempo, una memoria, la memoria de Dios.
La Ley busca con el precepto del Sábado, que el ser humano no se olvide de Dios, que le consagre un día. Que ese día no esté trabajando, que pueda mirarlo a Dios, que pueda vincularse con Él. Que pueda rezar.
Sin embargo, esa institucionalidad, pareciera como haber, por lo menos en la conciencia de los fariseos, perdido de vista, estas razones, que bueno, la llevaron a hacer. Porque los fariseos la toman como una herramienta para el juicio, usan a la Ley para decir:
Quién es bueno y quién es malo.
Quién es justo y quien no.
Quién está cerca de Dios y quién no.
Y ellos, que se esfuerzan en cumplir, se sienten los buenos y “los otros“ que no la cumplen son los malos.
Jesús señala que el objetivo, entonces era otro, cuando Dios nos regaló La Ley. El objetivo era recordar todo lo que Dios hizo por nosotros, todo lo que nos ama, en el día como “de la memoria”, el Sábado. Para poder volver otra vez, a mirar a Dios y poder amarlo y para seguirlo más.
Entonces, nosotros hoy, estamos invitados a preguntarnos cómo nos estamos vinculando con la Ley. Y si estamos mirando el sentido de la Ley, o si estamos mirando solamente la letra escrita en tablas de piedra.
Si nosotros vivimos la Ley, para cumplir, con esa frase que dice: “el cumplimiento” Cumplo y miento ¿no? porque en el fondo estoy lejos de Dios. O si nos vinculamos con la Ley, tratando de vivir y cumplir su espíritu, la razón por la cual fue instituida.
Un modo de comprender esto, es la libertad que nosotros tenemos. Una persona que es libre de comprender que esa Ley está puesta para el amor, entonces es una persona que no va a estar instalada en el juicio. Se va a sentir libre, la libertad en el espíritu, va a cumplir la Ley en el amor.
Por eso, cuando le preguntan a Jesús ¿Cuál es el mandamiento más importante? -Él hace el resumen de la Ley : “En el mandamiento del amor”
Cuanto más nos instalamos en el juicio, más tomamos la Ley como una norma que divide a unos y a otros. No era ese el objetivo de la Ley, separar buenos y malos. ¡No, nunca fue ese el objetivo!
Que el Señor entonces nos bendiga, nos ayude a entrar en diálogo y comunión con el espíritu de la Ley, que es el espíritu del amor. “Yo quiero misericordia, no sacrificio”. “Yo quiero, no tanto legalismos sino que verdaderamente se amen unos a otros”, parecería estar diciendo Jesús.
Que el Señor te bendiga, y que te de la gracia entonces, de poder vivir de acuerdo al mandamiento del amor.