Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.
Palabra de Dios
P. Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza
En este día la Palabra del señor nos sitúa en esta escena bíblica donde después de la multiplicación de los panes Jesús les pide a los discípulos que vayan a la otra orilla. Él se quedó despidiendo a la multitud y luego se retiró solo a la montaña para orar. Luego la barca, donde estaban los discípulos sufriendo la tempestad. Jesús decide ir al encuentro de ellos caminando sobre las aguas del mar. Al verlo se asustaron y pensaron que era un fantasma. Sin embargo, Jesús les dijo “Tranquilísense. Soy Yo. No teman.”, palabras claves para nosotros, que nos tienen que ayudar en el camino de la vida. Cuando tenemos desafíos y dificultades, el Señor vuelve decirnos esas palabras al oído y al corazón.
Qué importante es para nosotros reconocer Su presencia en medio de las tribulaciones y saber que no nos abandona, que está atento a nosotros. Basta que lo invoquemos y Él se hace presente.
Cuando Jesús va hacia la barca, Pedro le dice ” Si eres tú, mandame ir a tu encuentro sobre el agua “. Jesús le dijo ” Ven “. Así comenzó a caminar sobre el mar pero la violencia de la tormenta le dió miedo y empezó a hundirse. Fue allí cuando Pedro gritó “Señor, Sálvame !”. Jesús le tendió la mano y lo sostuvo mientras le decía “Hombre de poca fe”. Cuántas veces nosotros, como Pedro, hemos querido ir al encuentro del Señor y la tempestad nos ha asustado. Allí estamos llamados a gritar como Pedro ” Señor, sálvame !”. Qué importante es para nosotros creer en la Palabra del Señor, en Su presencia y saber que Él está ante nosotros siempre.
Cuando se calmó la tempestad, los que estaban en la barca se postraron diciendo ” Verdaderamente Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios “. Todos querían tocarlo.
Qué importante es la Fe para nosotros en el camino de la vida.
Pidámosle al Señor la Gracia de poder crecer en la fe y que, aunque esté débil, podamos decirle ” Creo, Señor. Pero aumenta mi fe “.
Que esta Palabra del Señor sea luz y guía para ustedes durante toda la semana.