Nuestra cultura, Señor, está fundada en el principio de exclusión: se excluye a enfermos incurables, a prostitutas, a vagabundos, a drogadictos, a homosexuales, a negros e indígenas…; se excluye, sobre todo, a los pobres, que son los auténticos leprosos de nuestra sociedad. Lo llevamos, Señor, metido en los tuétanos: somos excluidos por algunos, pero también excluimos a otros.
¡Crea en nosotros, Señor, un corazón nuevo, un corazón fraterno!; que no demos la espalda a nadie; que a nadie borremos de nuestro corazón; que nos atrevamos a tocar, Señor, a impulsos de un amor recreador, a los considerados <>.
Te pedimos, Señor, un amor realista y paciente, consciente de lo que es posible en cada momento, pero que nunca se rinda. Y te pedimos, también, que el dolor que nos causa vernos tratados, algunas veces, como leprosos no nos envenene el alma.
Que a nadie borremos del corazón. Te lo pedimos por Jesús, el Hermano Universal.
Amén
Pedro Trigo S.J.