Estos días han sido de una profunda conmoción colectiva.
Y es qué cómo se puede pensar que algunas personas cometan actos tan horribles contra alguien,
al punto de asesinar e incluso descuartizar a alguien?. Por más que trate de encontrar una
respuesta racional a esa pregunta, no la encuentro. Pues no la tiene. Y si la tuviera tampoco lo
entendería.
En esta ocasión fue Nibaldo, antes fueron otros… cuánto desearía que en adelante no hubieran
más rostros que tengan que sufrir este tipo de atentado contra la vida.
Cuándo hablaba de conmoción nacional me refiero a que nuestro País pone su mirada en este
hecho por algunos días. A mí me conmueve pensar que después de unos días, la vida de todos
vuelve a la realidad y la rutina sigue su curso. Se me aprieta el corazón de pensar en la familia
de este profesor, su pequeña hija, hermanos, padres… cuánto dolor deben sentir! Y aunque no
sepa que se siente, lo imagino y trato de compartirlo.
Más allá de lo cruel y horrible de esto, me duele también la mente de los autores… ella y él,
dos personas aparentemente normales, sintientes. No puedo dimensionar cómo llegaron a algo
así. Pero asi fue. No es un sueño, sino una triste y horrenda realidad.
Lo más duro para mí es mirar la historia desde afuera y no comprender. No comprender en qué
momento el ser humano se olvidó de su ser creatura… justamente creado para amar! y se sintió
con el derecho de arrebatar la vida a alguien, pero no solo a una persona, sino a un hermano
de la misma raza humana. No sé en que momento al ser humano se le olvidó su condición de
humano y perdió su total humanidad, sacando lo peor de sí y concretarlo en actos tan espantosos.
No sé en qué momento el ser humano puso por encima de la vida, la ambición por lo material.
Pese a lo triste de este hecho, tenemos que continuar caminando la vida con esperanza, sabiendo
que el bien siempre triunfa sobre el mal, y para mí que soy creyente, tengo plena certeza que
la justicia que viene de Dios llega tarde o temprano.
Me uno con fuerza a la gran familia humana que no quiere más violencia, muerte, atentados.
Me uno a mi País para que en este momento de la historia gritemos todos juntos: ¡NADIE MENOS!
El Señor nos regala la vida, y nosotros los seguidores de Jesús hacemos la opción por ella!
Que nadie tome el lugar que le corresponde a Dios.
Descansa en paz Nibaldo, compañero educador. Seguro los ángeles salieron a tu encuentro! y Dios,
Señor que es todo amor y misericordia perdonó todas tus faltas.
Javier Navarrete Aspée