Evangelio según san Lucas 4,31-37

lunes, 3 de septiembre de

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. 

 

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»

 

Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!»

 

El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

 

Palabra de Dios

 


 

 

P. Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

 

 

Nos encontramos en torno a la Palabra del Señor en este día. El Evangelio nos sitúa en esta escena bíblica donde Jesús baja de Cafarnaúm a Galilea y todos los sábados enseña en las sinagogas. Se le presenta un hombre con espíritus impuros y a pesar de eso Jesús sigue enseñando con la autoridad que le da el ser Hijo de Dios, Aquel que ha venido a traer la Salvación a todos los hombres. Los espíritus lo reconocen y comienzan a gritar: “Qué quieres de nosotros, Nazareno? Has venido a acabar con nosotros. Tú eres el Santo de Dios.” Sin embargo, Jesús no entra en diálogo con ellos, sino que les ordena que se callen y salgan del hombre. Esto es importante para nosotros porque nos da la pauta de que no debemos entrar en diálogo con la tentación. No lo merece. Sólo debemos dialogar con el Señor de la Vida y saber que Él siempre está atento a nuestra súplica y acción de gracias. Nos escucha cada vez que lo invocamos.

 

Todos quedan asombrados del Poder de la Palabra del Señor y es real, porque está llena del Espíritu Santo. Para nosotros es nuestro auxilio, consuelo y fortaleza.

 

Termina el evangelio diciendo que “todos comentaban esta noticia y la compartían entre la gente”, y eso es bueno. Es bueno compartir las obras que el Señor va haciendo entre nosotros. Pidámosle en este día a Jesús que saque de nosotros esos espíritus que no nos permiten sentirnos libres, que nos encadenan, angustian y entristecen.

 

Que el Señor, con el poder de su Palabra, pueda transformar nuestro vida y nuestra historia. Que tengan una linda jornada y el Señor los bendiga toda la semana.

 

Oleada Joven