“Señor, enséñame tu modo de tratar a los demás:
discípulos, pecadores, niños, fariseos, Pilatos y Herodes;
también a Juan Bautista.
Que aprenda de Ti,tu modo al comer y beber;
y cómo actuar cuando siento cansancio en el trabajo y
cuando tengo que reposar y dar tiempo al sueño.
Enséñame a ser compasivo con los que sufren:
con los pobres, con los leprosos,
con los ciegos, con los paralíticos;
muéstrame como manifestabas tus emociones
profundísimas hasta derramar lágrimas y,
sobre todo, quiero aprender el modo cómo manifestaste
aquel dolor máximo en la cruz,
sintiéndote abandonado del Padre.
Enséñame a estar en constante contacto
con el Padre en la oración, cómo lo hacías Tú antes del alba,
o mientras los demás dormían, para tener consuelo
y aliento en la predicación del Reino.
Enséñame tu modo de mirar a las personas:
como miraste a Pedro para llamarle o para levantarle;
o como miraste al joven rico y a las
multitudes agolpadas en torno a Ti.
Quisiera conocerte como eres:
tu imagen sobre mí bastará para cambiarme.
Querría oír tu voz en la sinagoga de Cafarnaum,
o en el Monte, o cuando te dirigías a la muchedumbre
<<enseñando con autoridad>>,
una autoridad que sólo del Padre te podía venir.
Dame esa gracia que vivifique nuestra vida toda
y nos enseñe – incluso en las cosas exteriores –
a proceder conforme a tu Espíritu”.
P. Pedro Arrupe S.J.