“Nos amó hasta el fin”

viernes, 17 de junio de

 

Jesús dijo a quienes habían salido a su encuentro en las barcas: “Yo soy el pan que da vida. El que confía en mí nunca más volverá a tener hambre, el que cree en mí no tendrá mas sed”.(Jn 6, 35)

Que, luego de haber recibido el Espíritu de Dios,  dispongamos nuestro corazón para escuchar al Señor e interpretar su voluntad en nuestra Vida. Que seamos capaces de alimentarnos de su mensaje de Salvación para crecer en la fe y en el Amor sincero hacia los demás. Dejémonos saciar por su Presencia, para descubrir que la Vida debe entregarse al otro para llegar a la felicidad que El nos propone. Jesús nos invita a poner nuestros dones, incluso la propia Vida, a disposición del hermano necesitado. Hagámoslo presente en lo cotidiano para darle sentido a su sacrificio en la Cruz.

Jesús murió porque sabía que su Padre iba a continuar su obra y hoy nos pide que seamos instrumentos para que su Reino crezca. Estamos llamados a transmitir la actualidad del Evangelio, para saciar la sed y el hambre de los que nos rodean. Tenemos que reconocer a Cristo que sufre y sigue muriendo en un mundo que muchas veces le da la espalda y se deja llevar por las cosas pasajeras.

Permanezcamos en El, que nos llama a vivir en la Esperanza, con un corazón dispuesto a recibir su Gracia, para ser una gran familia fiel que se prepare para la Vida Eterna que Jesús nos promete.

Poe eso, preguntémonos: ¿ Que haría Cristo en mi lugar?. Seamos capaces de tomar decisiones pensando en nuestros hermanos, demos sin esperar recibir, seamos comprensivos y tolerantes para crecer en Comunión.

Ayudémosle a Jesús a cargar con nuestros pecados, llevando al mundo su Luz, haciéndonos servidores. Dejemos que reine en nuestra Vida, descubriéndolo como nuestro mejor amigo. 

Reconociendo al hermano como una parte de nuestro ser, podremos entender la entrega generosa de Jesús, que vivió y padeció como hombre para mostrarnos el camino hacia la felicidad.

Seamos Pan, que se entrega para darle sentido a la vida de los que no conocen a Jesús.

Seamos vino, para calmar la Sed de justicia de nuestro mundo.

Seamos agua, que haga crecer la semilla de la caridad y la paz en todos los corazones.

Seamos Luz, para iluminar al hermano con nuestra experiencia de fe.

Seamos tierra fértil, donde el Señor pueda obrar.

Seamos Amor, que se da sin necesidad de pruebas, solo confía en el hermano y lo ve con Misericordia.

 

 

Lucas Romero