Evangelio según San Juan 14, 1-6

jueves, 1 de noviembre de

“«No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy».

 

Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?». Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.” 

 

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Javier Soteras director de Radio María Argentina

 

La proclamación de esta palabra acontece en un día muy especial: recordamos a los que ya partieron; “a los que se adelantaron en el viaje” decimos. A los que habiendo peregrinado con nosotros por un tiempo, dieron un paso hacia adelante y se encuentran ya en la casa del Padre tal cual Jesús lo dice en el evangelio: “En la casa de mi Padre hay mucho lugar para todos y para cada uno de nosotros.

 

Es la casa del Padre la que nos espera al final del camino, pero también la que se nos adelanta para esta “parte del camino”: Dios como Padre que nos acoge en su amor y nos invita a caminar seguros, seguros y con un destino.

 

Los que se fueron no están en “Algún lugar” como se dice; donde estés: ¡“allí te rezo”! ¡NO! ….están en el cielo; es un lugar preciso, están con Dios, son de Dios. Y nosotros también estamos llamados a ser de Dios con ellos, sin que eso adelante nuestra marcha, tampoco que la demore.

 

Estar en el cielo y compartir con Dios definitivamente con Dios en la eternidad y gozar de la presencia del Padre; es el anhelo más profundo que hay en el corazón de todos y cada uno de nosotros.

 

Claro, decir la palabra muerte genera un cierto temor, tal vez sea de las realidades humanas que más miedo dan, porque en realidad enfrentarse al destino de lo que vendrá con lo que ello supone, la muerte, genera angustia y tristeza.

 

Hoy, con la certeza de que han resucitado en Jesús y están en la casa del Padre, nosotros los recordamos a nuestro amigo, a nuestra amiga, a nuestra mamá, a nuestro papá, a nuestra abuela, a nuestro abuelo, a nuestro vecino, a nuestro compañero de camino… los recordamos con la certeza de que gozan para siempre en Dios y eso nos alegra y además nos alimenta para caminar en el camino nuestro de todos los días con gozo y también con paz.

 

Recordar a los que se fueron no es angustiarnos porque no están. Es traerlos a la memoria agradeciendo lo que nos dejaron con su paso por nuestra vida. 

 

SIEMPRE hay un “otro” que nos representa significativo en el camino. “Estos” los que ya no están, que nos dejaron una marca. También los que están y con los que compartimos la vida deja una marca en el corazón y dejamos una marca en el corazón de los demás. Recordarlos es traer a la memoria las “buenas marcas del camino”. Las buenas señales que el camino nos permitió compartir. Ojala así puedas traer presente a los que se fueron, con alegría, con gozo, con la certeza de que no están “en algún lugar” ; están con Dios, El Padre. Han resucitado gracias a la resurrección de Cristo Jesús por la obra del Espíritu Santo.

 

Ese Espíritu Santo es el que vienen también a vos a ponerte de pie si en algún lugar vos sentis que estas un poco como “muerto” o como muerta. Allí Dios te quiere resucitando a la vida con ellos, para recorrer el camino que te falta hasta la meta. ¿La meta cuál es? respuesta: ¡La PLENITUD DE LA VIDA!

 

Ojala ya ahora puedas vivirla desde aquí y que no pienses que es cuando estemos en el cielo. Jesús dice: “el cielo, el reino de los cielos ya está entre ustedes”. Que puedas disfrutar de esa presencia de Jesús VIVO al lado tuyo y que eso te ponga en comunión con los que ya se adelantaron en el camino.

 

 

Oleada Joven