En aquel tiempo uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”.
Jesús le respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente.
A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: ‘Vengan, todo está preparado’. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes’.
El segundo dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes’.
Y un tercero respondió: ‘Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir’.
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: ‘Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos’.
Volvió el sirviente y dijo: ‘Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar’.
El señor le respondió: ‘Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'”.
Palabra de Dios
P. Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza
Nos encontramos en torno a la Palabra del Señor en este día. El evangelio nos relata esta escena bíblica donde Jesús ingresa un día sábado a comer con uno de los principales fariseos y allí uno de los invitados le dice: “Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios.” Y Jesús pone la comparación de un hombre que preparó un banquete e invitó a cenar a todos sus convidados. La invitación que envió con sus servidores decía: “Vengan. Todo está preparado.” Pero todos rechazaron la invitación. Por lo tanto, este hombre se indignó. Pero no se quedó allí sino que se animó a ir más allá y mandó a sus servidores salir a las plazas y a las calles e invitaran a todos los que encontraran: pobres, lisiados, ciegos, paralíticos.
Esto nos dice el Señor: todos somos invitados pero no todos respondemos a su llamado. Todos estamos invitados a participar de su banquete. Sin embargo hay quienes, encerrados en sus egoísmos e intereses personales, descuidan esta invitación.
En este día pidámosle al Señor la Gracia de poder responder a su llamado y participar en su banquete. Cada vez que se celebra la Eucaristía el Señor nos espera allí para que participemos del anticipo de su banquete celestial, ya que allí descie de una porción de cielo hacia nosotros.
Que tengan una bendecida semana y que el Señor los colme de su amor.