Evangelio según San Mateo 7, 1-5

sábado, 18 de junio de
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 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: 
«No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.
¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: “Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo”, cuando tú llevas una viga en el tuyo? 
¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo».



Palabra de Dios


 

Pbro. Maximiliano Turri

 

 “La medida con que midan se usará para ustedes”, dice el Evangelio de Jesús en el día de hoy.

 

Y así Jesús va de lleno al corazón de la vida cristiana, apunta así a la verdadera enfermedad de la vida espiritual, que es la crítica, la calumnia y la difamación.

La calumnia es andar contando lo que otra persona ha realizado, y la difamación es andar inventando hechos que otra persona pudo haber cometido. Ni lo uno, ni lo otro son aceptados por Jesucristo, ya que ambas situaciones hace de quien critica un juez de la vida ajena, una especie de inspector de los demás, generando soberbia y altanería, dando como consecuencia una vida vacía y superficial. Es ahí donde la crítica genera la peor enfermedad, porque el alma se va secando, se va enfriando y solamente revelamos las heridas que en el corazón conservamos.

 

Cuando el Señor nos invita a no juzgar para no ser juzgados, nos está invitando a no ceder ante este tsunami que nos rodea, que no contagia, que nos hace creer que la única forma de compartir con otros, la única forma de estar algún rato con alguien es pasarse ese tiempo hablando mal de los demás.

¿No hay otras razones para charlar?, ¿es la única causa para algún diálogo la vida ajena?, ¿a ninguno de los interlocutores les pasa nada?

El mandato que dice: “Saca primero la viga de tu ojo”, es más que claro.

 

Dios nos conceda un corazón humilde para asumir nuestras realidades en vez de andar mirando las ajenas, y si nos toca saber lo que le pasa a los demás, en vez de criticar, es mejor acercarse y acompañar, y no señalar con el dedo y, sobre todo, condenar.

Jesucristo con su palabra nos saque, nos sane de esa enfermedad, que realmente hoy más abunda, la calumnia, la difamación.

Señor líbranos de todo mal, como le decimos en el Padrenuestro, en este día queremos pedirte.

 

Que tengas un hermoso día. Dios te bendiga.

 

Oleada Joven