Evangelio segun San Juan 3, 16-18

domingo, 19 de junio de
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«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 
El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el Hijo único de Dios».

 

Palabra de Dios


P. Ariel Weimann  Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Corrientes

 

 

En este domingo el Señor nos invita a meditar y a reflexionar sobre la Santísima Trinidad. Y el evangelio habla de que, justamente, Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único.  Jesús, es la segunda persona de la Santísima Trinidad. Van unidos entre sí, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que hacen un solo Dios. Por eso es un Dios uno y trino. Entonces, que Dios envíe su propio hijo, una parte de su ser, a que fuera entregado por nosotros, esto habla de un amor muy grande.
 
Y además nos hace reflexionar sobre esta Santísima Trinidad, este misterio de Dios uno y trino. Nosotros somos imagen y semejanza de dios, de Dios uno y trino. Y por lo tanto también para nosotros es importante el aspecto comunitario que tiene Dios. Las tres personas hacen comunidad. El aspecto comunitario también es importante para nosotros, por eso los hombres, todas las personas se realizan en comunidad. Por eso me parece importante reflexionar en este día de la Santísima Trinidad, en que Dios expresa su amor, reflexionando sobre el verdadero sentido de la comunidad y la necesidad de la comunidad, o de otras personas para realizarnos.
 
Muchas veces queremos hacerlo solos, sin tener en cuenta a los demás, queremos cortarnos solos, queremos tener una relación personal con Dios y, justamente Dios, cuando nos creó,  nos creó en comunidad. Por eso me parece importante destacar y trabajar el aspecto comunitario, no solo en la propia familia sino también en la comunidad parroquial. Ahí también se genera comunidad.
 
Por eso me parece importante este aspecto comunitario, que es producto de nuestra imagen y semejanza de Dios. Si nosotros no ejercitamos ese aspecto de comunidad, no cumpliríamos con nuestra esencia. Eso no quiere decir que no viviríamos, pero no cumpliríamos con nuestra esencia. Es como que si un cuchillo se lo utilice como destornillador, capaz que sirva, pero no es para eso. Por eso es importante destacar y resaltar el aspecto comunitario. Siempre cuesta, porque uno ve las diferencias, las cosas negativas de los demás y eso hace difícil trabajar el aspecto comunitario, pero debemos rescatar la parte positiva.
 
 
Hay un cuentito que nos puede ayudar a iluminar este aspecto: 
 
 
Una vez, en una carpintería las herramientas hicieron una asamblea. Y el que inició el debate fue el martillo, golpeando llamó a silencio y todos pidieron que renuncie el martillo. Entonces “¿por qué?” preguntó el martillo, “porque haces mucho ruido y das demasiados golpes a todo el mundo”. Entonces “si yo renuncio”, dijo el martillo, “que renuncie también el tornillo”. “¿Y por qué?” dijo el tornillo. “Y, porque hay que darle demasiadas vueltas para que haga algo”. “Ah, ¡no! si yo renuncio, que renuncie también la lija”, “¿y por qué? dice la lija. “Porque sos muy áspera en el trato, tenés demasiado roce con los demás”. Entonces ella dice, “si yo renuncio, que renuncie también el metro”. “¿Y por qué tengo que renunciar yo?” Dice el metro. “Porque todo lo querés hacer según tus parámetros y según tus medidas”.
 
Y así estaban discutiendo todas las herramientas, desplazándose unas a otras, rechazándose unas a otras, renunciando. Hasta que en un momento apareció el carpintero,  tomó las maderas y empezó a construir una mesa y, para eso utilizó el martillo, el tornillo, la lija, el metro, el serrucho, como las otras herramientas. Cuando el carpintero terminó de fabricar la mesa, el serrucho llama a asamblea, y dice, “bueno queridas hermanas herramientas, nos hemos dado cuenta que si bien nosotros vemos nuestras faltas y nuestros defectos, el señor de las herramientas, el carpintero, sabe ver las cosas buenas y construye con las cosas buenas. Porque el martillo sirve para golpear, para que los clavos puedan entrar con profundidad. El tornillo sirve para sujetar dos piezas. La lija sirve para poder lograr un pulido en la madera, y el metro sirve para que todo salga parejito.”
 
 
Entonces tenemos que ver no solamente nuestras fallas sino también nuestras virtudes. Si nosotros queremos trabajar el aspecto comunitario tenemos que ver esas virtudes, no solo las cosas malas o los defectos de la comunidad, tenemos que saber descubrir las cosas buenas.
 
Porque Dios utiliza algo de cada uno, para construirnos y perfeccionarnos. Ojalá que en este día, el Señor nos ayude a trabajar nuestros aspectos comunitarios para podernos realizar plenamente, porque de lo contrario no nos vamos a realizar plenamente, porque no es parte de nuestra esencia la individualidad. Ojalá que así sea.

 

Oleada Joven