Evangelio según San Lucas 10,21-24

lunes, 3 de diciembre de
image_pdfimage_print

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

 

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

 

Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!

 

¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”.

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

 

 

Nos encontramos en torno a la Palabra del Señor. En este día el evangelio nos relata esta escena bíblica donde los 72 discípulos vuelven de la misión, seguramente llenos de gozo por las maravillas que Dios realiza a través de ellos y los hermanos. Jesús eleva una oración al Padre diciendo:” Te alabo, Padre Señor del cielo y de la Tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque tú así lo has querido “. Una oración hermosa para profundizar y descubrir el amor que el Señor expresa en estas palabras que revelan la confianza de Jesús en sus discípulos. 

 

Después añade: “Felices los ojos que ven lo que ustedes ven ! Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron “. Qué maravilloso habrá sido ese momento con Jesús y recibir de Él esta Bienaventuranza. Aunque han pasado más de 2000 años, nosotros podemos vivir ese momento con Jesús y sentir que a estas palabras también las pronuncia sobre cada uno de nosotros. Esa experiencia queda reservada a aquellos creyentes que buscan al Señor y que lo encuentran, que sienten su Presencia. En ellos estamos reflejados nosotros porque esta Bienaventuranza es para nosotros.

 

Pidámosle al Señor en este tiempo de Adviento que podamos disponer el pesebre en nuestro corazón para que Jesús pueda nacer y reinar en él, y brillar con su luz para nuestra vida y la de aquellos que nos pone en el camino. Que tengan una hermosa semana y que este tiempo de Dios sea propicio para todos nosotros.

 

Oleada Joven