Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: “Ten piedad de nosotros, Hijo de David”.
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: “¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?”. Ellos le respondieron: “Sí, Señor”.
Jesús les tocó los ojos, diciendo: “Que suceda como ustedes han creído”. Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: “¡Cuidado! Que nadie lo sepa”. Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Palabra de Dios
Padre Javier Soteras director de Radio María Argentina
En el evangelio de hoy Jesús aparece curando a dos ciegos. Ellos han clamado desde su más profunda necesidad, han hecho sentir su lamento más hondo: “ten piedad de nosotros, hijo de David”.
Los ciegos, que no ven, sienten cercano al que les puede trraer lo que más anhlean: ver, poder descubrir el camino que se les abre delante de ellos y ser protagonistas de la historia. porque ser ciego ene l tiempo de Jesús era estar al margen. Al igual que los leprosos o los paralíticos, no participaban en nada de la vida de la sociedad, es más, eran considerados impuros osea gente que no estaba siendo bendecida por Dios.
Jesús que escucha el clamor de estos ciegos responde a su llamada y les pregunta a cerca de si ellos creen que Él puede hacer por ellos eso que anhelan y desean. “Claro” responden ellos, entonces Jesús actúa.
También nosotros en más de una oportunidad, aún cuando vemos, tenemos la necesidad de descubrir por dónde ir. Visionar para poder poner toda nuestra voluntad, nuestro afecto y nuestrpo corazón en lo que hacemos en lo de todos los días. Cuando le falta pasión a nuestra vida para poner todo en lo que hacemos en cada momento, es porque nos falta visión, es decir, no sabemos a donde vamos. Estamos como aturdidos, ciegos e incapaces de descubrir el hacia dónde va nuestra vida. Ser gente de rumbos, es decir con norte definido, depende de cuánta visión hay dentro de nosotros para poder poner todo nuestro ser detrás de las cosas que hacemos y con las que nos comprometemos en lo de cada jornada.
Que hoy sea un día para que vos le clamés también a Jesús como estos dos ciegos: “Tené piedad de mí Jesús. Necesito ver. Quiero poner toda mi vida detrás tuyo, lo quiero hacer con todo mi corazón. Quiero vivir apasionadamente, no quiero arrastrar mi vida, la quiero vivir con plenitud. Quiero ver por dónde ir y quiero hacer de mi vida algo que sea realmente valioso.
Que Jesús, que te pregunta si vos crees que Él lo puede hacer, lo haga y que puedas ver por medio de Él en tu camino que se abre delante de vos.