Danos, Señor, la alegría de descubrir a tu Madre diciendo “sí”.
Danos, Señor, la alegría de entrar en el silencio y la espera de tu Madre.
Danos, Señor, la finura de María para guardar la Palabra como Ella la guardó.
Danos, Señor, ojos de sorpresa para contemplar y descubrir todo el misterio de Dios en la fragilidad pequeña de un niño recién nacido.
Danos, Señor, fe para reconocerte en la presencia normal de un hombre, como María supo reconocerte.
Danos, Señor, manos para tratarte y acogerte con la ternura de las manos de tu Madre.
Danos, Señor, la presencia de tu Espíritu para que fecunde nuestra vida.
Dijo el Señor: «¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?Se parecen a esos…
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y…
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los…
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de…
Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros,…