Evangelio según San Juan 1,1-18

viernes, 21 de diciembre de

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

Al principio estaba junto a Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.

En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.

Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

El no era la luz, sino el testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.

Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.

Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.

Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

 

Juan da testimonio de él, al declarar: “Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.

De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

 

Palabra de Dios

 

 


P. Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

 

 

¡Antes que nada feliz navidad para todos! ¡Qué lindo poder encontrarnos en torno a la Palabra del Señor en este día especial para todos los creyentes!.  El evangelio de Juan, hoy nos relata claramente cómo la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Comienza diciendo Juan, “al principio existía la palabra y la palabra estaba junto a Dios y la palabra era Dios”. La luz vino a los hombres pero los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Fue enviado Juan el Bautista pero los hombres no lo recibieron, pero aquellos que recibieron la palabra de Dios, a los que creen, alcanzarán la vida eterna. 

¡Qué importante es para nosotros celebrar este nuevo nacimiento de Jesús!. Jesús que ha elegido nuevamente nacer en nuestro corazón, este humilde pesebre que ha venido a dignificarlo, a llenarlo de fortaleza,  a hacer de nuestro corazón un lugar digno para que Él pueda habitar. Y desde allí reinar, en la condición frágil y humilde de un niño. Un niño recién nacido envuelto en pañales, un niño que va a ser causa de caída y elevación para muchos, un niño que viene a disipar las tinieblas de los hombres, un niño que vino a romper las cadenas de la opresión del pueblo y de cada uno aquellos que están atados y siguen atados a los rencores, a las broncas, a los enojos.

 

Por eso en la ternura del Divino Niño Jesús queremos pedirle al Señor en este día la Gracia de poder adorarlo y contemplarlo, de reconocer al Dios hecho hombre, de poder reconocer en Él al rostro del Padre. Qué importante es para nosotros celebrar la Navidad, el nuevo nacimiento que nos trae el Redentor. Qué importante es ser signo de vida ya que Jesús nos otorga la vida y vida en abundancia. 

 

Les propongo en este día poder contemplar las obras de Dios pero especialmente al divino niño Jesús. ¿Qué significa poder ver al niño Jesús allí en el pesebre frente a nosotros?. Seguramente despierta en nosotros sentimientos de ternura de alegría de bondad.

 

Te propongo en este día cultivar estos sentimientos y llevarlos a aquellos hermanos con quienes te cruces en tu camino. Que el señor siga naciendo hoy en tu corazón, en mi corazón y en el de cada uno de sus hijos.  ¡Feliz Navidad!

 

Oleada Joven