Evangelio según San Mateo 10,17-22

lunes, 24 de diciembre de
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Jesús dijo a sus apóstoles: 

 

Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.

 

Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.

 

El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.

 

 

Palabra de Dios

 


Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

 

¡Muy feliz Navidad, queridos hermanos! Seguimos festejando la alegría de un Dios que viene a salvarnos, que se hace carne, que asume nuestra naturaleza para elevarnos y para hacernos Hijos en el Hijo. Es una alegría que recién empieza y que se va a extender a lo largo de este tiempo de Navidad. Y en el marco de este gozo navideño, nos encontramos con la paradoja de la fiesta de san Esteban, primer mártir de la Iglesia. En el evangelio de hoy, Mateo 10, del 17 al 22, nos encontramos a Jesús que habla de persecución. Un contraste grande, pero que incluso nos puede ayudar a meternos más y mejor en este misterio de la navidad.

 

Meditemos algunas ideas:

 

En primer lugar, Dios se da para que vos te des. Esto que parece un juego de palabras es la síntesis de nuestra vida de fe. Estamos llamados, tenemos una misión, tenemos a un Dios que se ocupa de nosotros y que nos conoce. Sabe de nuestras virtudes y sabe de nuestras limitaciones, sabe que solos no podemos y por eso Él mismo entra en el juego. La navidad nos muestra que el que tiene la iniciativa, el que nos primerea es el mismo Dios. Un Dios que viene a salvarnos, y esa salvación quiere llegar a todos. Acordate que nadie da lo que no tiene. Por eso Jesús en el evangelio anima a sus discípulos a dar testimonio, pero siempre desde y con Dios. Y sí, la vida del discípulo no es sencilla, tiene cruz, tiene persecución, pero también la certeza de saber y experimentar que Dios lo acompaña, que Dios lo llama, que Dios lo ama y sostiene. El discípulo sabe que no está solo. Cuántas veces vos y yo caemos en la tentación de pensar que estamos solos, que caminamos en solitario y que nadie nos cuida. Tremenda tentación que hoy sería bueno desterrar de tu corazón. Dios hecho hombre está, ayer lo recibiste, ahora compartilo.

 

En segundo lugar, lo grande es el testimonio. Todo lo que nos presenta la Palabra en este día es para descubrir que nada es fácil, pero que el Espíritu Santo nos estará acompañando y pese a lo terrible de las circunstancias, la perseverancia prevalecerá y salvará. Cuando encontramos tantos obstáculos, eso es una buena señal, porque el enemigo siempre busca bloquearnos, detenernos, paralizarnos. Tan solo un día después de navidad, hacemos memoria de Esteban. Si el hijo de Dios se hizo hombre en serio fue para que también nosotros seamos hijos en serio. El evangelio y el testimonio de Esteban nos muestra que la fe no puede ser algo superficial, no puede ser una decoración bonita nada más, no puede ser algo que surge para adornar algunos momentos del año. La encarnación está para vivirla en lo concreto y en el día a día. La fe implica compromiso vivo, activo y eficaz. La fe es concreta, la fe es testimonio en los momentos de prueba. No te quedes pensando en lo doloroso de la persecución, en el sufrimiento de la prueba, ponete a pensar en lo grande del testimonio. No es contar lo que vos hiciste por Dios, sino lo que Dios hizo y sigue haciendo en tu vida. ¿Te estás dejando sostener por Dios? Dejá que el Señor vea tu fragilidad, pero también tu deseo de anunciarlo y de seguirlo.

 

Por último, perseverá. El evangelio termina diciendo que “aquel que persevere hasta el fin se salvará”. Es una invitación a la fidelidad. Pedir la santa fidelidad es una de las gracias más lindas. Saber que, a pesar de todo, uno busca a Dios. Y que si uno busca, Él se deja encontrar. Poné la mirada en el Señor y, sobre todo, descubrí el mensaje de Jesús, que te dice que tenés que caminar confiado, pero no ingenuo.

 

Sigamos contemplando el amor de Dios hecho Niño en estos días que en la fragilidad nos muestra la verdadera grandeza. Que seamos fieles a Él, como san Esteban. ¿A qué te comprometés hoy?
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.

 

Oleada Joven