Evangelio segun San Mateo 7, 1-5

viernes, 18 de junio de


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "No juzguéis y no os juzgarán. Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que te saque la mota del ojo", teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano".

Palabra de Dios



 Reflexión: Monseñor Carlos Ñañez | Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

 


Qué lindo es empezar cada jornada con una Palabra de Jesús; las Palabras de Jesús son exigentes, a veces desconcertantes, pero siempre son bellas, luminosas, atractivas.

El Evangelio que la Iglesia nos propone hoy es toda una invitación a la coherencia, a sacar, como dice Jesús, la viga que está en nuestro ojo, para ver cómo podemos sacar la pelusa, la pajita que está en el ojo de nuestros hermanos. Es decir, el Señor nos está señalando que conformar la vida, la propia vida con el Evangelio, demanda esfuerzos, choca con nuestras resistencias y dificultades; todos experimentamos esto. Cuando tratamos de ser coherentes y lo hacemos esforzadamente, también esa coherencia forzada nos inclina a la comprensión.

Nuestros hermanos también tienen luchas, y tienen luchas como las nuestras, por eso necesitan aliento, necesitan que le reconozcamos sus logros y que seamos compasivos en sus fracasos. La comprensión inclina a la compasión, que mueve a su vez a una ayuda respetuosa, discreta, paciente, comprometida.

El resultado de todas estas actitudes que nos propone Jesús, la coherencia, la compasión, la comprensión, es un corazón misericordioso, y dar lugar a la misericordia en el corazón no es ser cómplices de lo que está mal, si no ser indulgentes, saber ser comprensivos, saber brindar una oportunidad, confiar en la capacidad que tienen los demás de recuperarse.

Viene a la memoria aquella escena tan bonita, en el Evangelio, de la mujer que sorprendida en adulterio, es llevada delante de Jesús; el Señor no la juzga, no la condena, se compadece, perdona. Pero Jesús no transa de ninguna manera con el mal, Él le dice a la mujer “yo tampoco te condeno, vete, pero no peques más”. El Señor da una oportunidad y confía.

Qué bueno es esforzarnos en vivir con estas actitudes, y entonces ser cuidadosos, para ver cómo esforzándonos nosotros por responder mejor al Evangelio, tratamos de ayudar a los demás a que hagan otro tanto, pero no desde una postura de superioridad, si no de alguien que sabe lo que cuesta la lucha, y quiere animar a los demás que afronten esa lucha, que es fuente de alegría, que es fuente de plenitud.

Con mi bendición, hasta pronto.

 

 

 

 

Oleada Joven