Homilía cierre III Encuentro Nacional de Pastoral de Drogadependencia

lunes, 27 de junio de



 

Homilía de monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú,
en el cierre del 3º Encuentro Nacional de Responsables Diocesanos de Pastoral
de Drogadependencia
(Luján, domingo 26 de junio de 2011)

 

 

A Jesús no lo tenemos lejos. Él está siempre muy cerca de nosotros.

El mismo Jesús que estuvo en el vientre de la Virgen, que siendo niño fue mimado por ella, lo tenemos muy cerca de nosotros.

A Jesús, “que pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el mal” (Hch 10, 37), el que predicó las bienaventuranzas y multiplicó los panes, lo tenemos muy cerca de nosotros.

A ese Jesús que en la Última Cena transformó el pan y el vino en su cuerpo y su sangre, que murió y resucitó porque nos ama, lo tenemos muy cerca de nosotros.

Él está en la Eucaristía y por eso lo adoramos. Hoy celebramos la fiesta solemne del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Celebramos la fiesta de la Iglesia, porque “la Eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia hace a la Eucaristía”.

Jesús sigue multiplicando hoy su presencia en todo el mundo, en cada Parroquia, Capilla, grande o pequeña, o en una misa celebrada bajo un árbol.

Jesús se entrega “para la Vida del mundo”, para que tengamos vida eterna.

¿Qué es la vida eterna? ¿Durar para siempre así como estamos? No. Jesús nos trae una vida en plenitud de felicidad, alegría, amor, libertad, paz… Todos esos anhelos profundos del corazón humano son semillas de eternidad sembradas por Dios desde el principio, y sólo Él puede hacerlas brotar y crecer.

Y esto, ya desde ahora, por medio de la presencia viva de Jesucristo entre nosotros. Él es el “Pan vivo bajado del cielo”.

La Eucaristía nos une en comunión con Dios y los hermanos, y nos impulsa al amor y al servicio.

Si comulgamos con Cristo Pan Vivo, lo servimos en los pobres. Nosotros mismos “nos hacemos pan”, nos transformamos en otros Cristos para servir y alimentar.

Jesús durante la Última Cena dijo a sus Apóstoles: “En esto todos verán que son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros”. (Jn 13,35)

Jesús está también en los hermanos, especialmente en los pobres, los enfermos, los que tienen hambre, los presos, los que viven angustiados… Por eso nos enseñó en la parábola del Juicio Final: “lo que hicieron con uno de mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo”. (Mt 25, 40)

Y la carta de San Juan nos enseña y advierte que “el que dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano, al que ve, es un mentiroso”. (I Jn 4,20) La autenticidad y el valor de nuestra fe se mide –se comprueba– por el amor a los que sufren.

Si nos arrodillamos ante la Eucaristía, pero despreciamos a los pobres, esa rodilla en tierra es teatralización, es una fe “de plástico”, es una imitación barata de culto a Dios, pero no es fe cristiana. Hoy queremos renovar nuestra fe y nuestro amor a Jesús.

En todo el mundo el 26 de Junio fue instituido por Naciones Unidas como “Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas”. En esta misa estamos participando delegados de las diócesis que trabajamos en pastoral de adicción a las drogas. Es una problemática muy seria. Los obispos estamos preocupados y doloridos porque vemos cómo tantos adolescentes y jóvenes pierden la vida por este drama. El Papa Beato Juan Pablo II decía que la drogadicción “es como una mancha de aceite que se expande”.

Estuvimos rezando, reflexionando, compartimos experiencias e inquietudes.

En esta misa venimos como peregrinos, como todos ustedes, para pedirle a la Virgen de Luján nos fortalezca en este compromiso que asumimos en el servicio a los hermanos.

– A ustedes les decimos, cuenten con nosotros, cuenten con la Iglesia, que ama la vida, que ama a las familias, y en especial a los que más sufren.

– A los jóvenes les decimos que Jesús los ama de verdad, y nosotros, la Iglesia también. La vida es un regalo hermoso de Dios, no la tires por la ventana.

– A los traficantes les pedimos, por favor, paren la mano, paren de vender muerte, violencia, angustia. Basta de mandar jóvenes al Hospital, a la cárcel o al Cementerio. A los jóvenes queremos verlos estudiar, trabajar, jugar, formar familia. ¿No se dan cuenta de que destruyen familias? ¿No tienen hijos, hermanos, mamás? Por el amor de Dios, por el amor a la Virgen y a todos los Santos, ¡basta de muerte!

– A los corruptos que son sobornados o coimeados les digo que tienen en sus manos dinero manchado con sangre joven e inocente. ¡Conviértanse! Jesús los llamó razas de víbora, sepulcros blanqueados. Pensá que ese auto que manejás, ese lujo que te das lo compraste con la vida de un hermano, un hijo de Dios y de la Virgen.

Dios nos enseña a ganar el pan con el sudor de la propia frente, no haciendo bolsa a los demás.

– A los funcionarios, legisladores, médicos, tengan ánimo y redoblen esfuerzos para una vida digna, que valga la pena. Sin exclusión ni hambre. No tengan miedo de decir la verdad y promover la justicia.

Virgen de Luján, Madre nuestra, Madre del Pueblo Argentino, cuidá a todos tus hijos.

 

Monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y responsable de la Pastoral Nacional de Drogadependencia

 

Oleada Joven