Tener la posibilidad de vivir una Jornada Mundial de la Juventud es un regalo grande que te transforma. Como todo buen viaje, uno vuelve con algo diferente: nuevas miradas, experiencias, desafíos. En el caso de estos encuentros, se le suma una gran experiencia de fe, de encuentro con Jesús y con la iglesia joven. Juan Pablo II en su mensaje a los jóvenes en Denver decía que éstos encuentros son "una ayuda para interrogarse sobre las aspiraciones más íntimas, un momento donde muchos toman decisiones valientes y audaces”.
También toca la fibra íntima del corazón donde se encuentra la vocación de la persona. Historias de amor, de encuentros más allá de las fronteras y de las distancias… Como la que nos cuenta Mariangela, uruguaya que participó de la jornada de Colonia 2005 en donde conoció a un Argentino, su actual novio con quien pronto se va a casar. También Analía y Aldo (venezolano), desde Roma, nos cuentan su historia vocacional, su encuentro en una prejornada, y el camino de noviazgo y matrimonio posterior.
El amor te puede encontrar a la vuelta de la esquina, o a miles de kilómetros.